Centenario de Belisario Betancur | Señal Memoria

Centenario de Belisario Betancur
Publicado el Sáb, 04/02/2023 - 07:33
Centenario de Belisario Betancur

Belisario Betancur (1923-2018) fue el penúltimo mandatario colombiano que surgió del Partido Conservador. Pero también perteneció a una particular corriente política y a un momento de la historia del país que dejó juicios contradictorios a sus roles de presidente y expresidente. Aún hoy tres temas muy distintos hacen que se recuerde la memoria del hombre de Amagá: dotar a la derecha de una agenda social, ponerle un fin definitivo al Conflicto o debatir la injerencia dañina de los expresidentes en la vida política.


Belisario, el discípulo rebelde del poder

“No te hagas tanto a la izquierda que de pronto te encunetas”, le decía a Belisario uno de sus mentores, el también presidente Mariano Ospina Pérez. Esa impresión que le daba Betancur a su paisano antioqueño, aunque muy exagerada, aún en la actualidad es compartida por otros analistas de su perfil (por ejemplo, también lo vio así el historiador británico Malcolm Deas, en medio de la discusión sobre si Gustavo Petro es el primer presidente colombiano de izquierda). Lo cierto es que sí tuvimos a un expresidente cuya trayectoria política deambuló entre una relación amplia con el poder, un ocasional liderazgo en las disidencias del establecimiento y una muy sincera voluntad de incluir sin excepción a todas las fuerzas políticas del país en su proyecto. A esta última idea, a pesar de su reconocido fracaso, ayudaban tres rasgos de Betancur: su origen campesino, una respetable carrera dentro de la intelectualidad y un espíritu conciliador que no cesó ni siquiera tras el agobiante final de su gobierno.

Abogado de la Universidad Bolivariana, se inició desde muy joven en la política como diputado en la Asamblea de Antioquia. Desde allí acogió la protección y las ideas de los dos hombres fuertes del conservatismo: Ospina Pérez y Laureano Gómez, una relación que mantuvo a pesar del distanciamiento de ambos líderes en los años 50. Eso le permitió moverse entre dos orillas durante la dictadura de Rojas Pinilla, como defensor de la legitimidad del depuesto Laureano, al igual que siendo miembro de la Constituyente de bolsillo presidida por Ospina. La oportuna salida que hizo Ospina del gobierno militar, más las represalias de agentes de la dictadura contra la defensa que hizo Betancur del laureanismo, le permitieron seguir siendo una voz relevante a la llegada del Frente Nacional. Primero como senador y luego como ministro del liberal Alberto Lleras y el conservador Guillermo León Valencia.

Al tiempo que crecía su carrera como político, Betancur figuraba como el último espécimen de una particular clase dirigente que alternaba el control del Estado con largas carreras en la prensa, la literatura y la academia (“no soy un tecnócrata, sino un viejo profesor universitario”, recordaba recientemente la revista Semana que afirmó como presidente ante la Asamblea General de la ONU). Con todo y que terminó eligiendo ese camino ingrato del poder, Belisario también supo ser parte de esa brillante generación de nacidos en los años 20 y 30 que configuraron mucho de la identidad nacional contemporánea. Esta relación sería esencial en el rumbo que daría Betancur a su vida pública tras finalizar su gobierno en 1986.

 

Posesión del presidente Belisario Betancur (1982). Colombia: Inravisión. Archivo Señal Memoria, F16MM 801839 

 

Belisario, de presidenciable a expresidente

Con los anteriores pergaminos, llegaba el turno de ser presidenciable. Lo hizo siendo otra vez disidente, pero también de nuevo sirviendo al establecimiento. La nominación del candidato oficialista a la presidencia en 1970 le tocaba en turno a los conservadores, cuyas pugnas entre ospinistas y alvaristas (los sucesores del laureanismo) seguían sin resolverse. La decisión fue impuesta por el Partido Liberal, el viejo rival, al postular al ministro Misael Pastrana. El descontento por esta decisión entre amplios sectores del conservatismo de provincia se tradujo en dos candidaturas rebeldes: Evaristo Sourdis y Belisario Betancur, este último promoviendo una agenda social apoyada por la UTC, la vieja central obrera afín a su partido. Ganar la presidencia era imposible, pero es probable que esos setecientos mil votos de los disidentes salvaran al régimen de una inobjetable derrota en manos de Gustavo Rojas Pinilla, con quien posiblemente se hubieran ido muchos.

Precisamente, algunas de las minorías políticas nacidas en el Frente Nacional y debilitadas tras las elecciones del 70 (la ANAPO, la Democracia Cristiana o hasta sectores del MRL) encontraron luego un segundo aire en el belisarismo. La percepción de desventaja frente al voto mayoritario y disciplinado del Partido Liberal también justificaba ese recibimiento entre las banderas azules. Fue así como Betancur lideró un “Movimiento Nacional”, donde su candidatura conservadora de 1978 y 1982 buscó atraer un electorado amplio y crítico del sistema (ganando incluso en una Bogotá históricamente reacia al voto conservador). El milagro al fin se dio en el 82, cuando los votos liberales se dividieron entre Alfonso López Michelsen y Luis Carlos Galán. Llegaba así para Belisario la oportunidad de liderar una coalición irrepetible en Colombia: las viejas maquinarias conservadoras cogobernando con las disímiles miradas “antisistema” del anapismo y el Nuevo Liberalismo, más el apoyo coyuntural de la izquierda ortodoxa a la solución de un conflicto social y armado que había tomado un peligroso segundo aire en los años 70, con el crecimiento de las guerrillas de las FARC y el M-19 y el fin de la reforma agraria.

 

Posesión del presidente Belisario Betancur. Colombia: Inravisión. Archivo Señal Memoria, BTCX30 037577 

 

La historia que vino después es bien conocida. El inicio del narcoterrorismo, una tregua con las guerrillas cuyos sabotajes y naufragios abrieron paso a los horrores del Palacio de Justicia y el genocidio contra la UP. La mala fama de tener que cancelar el Mundial de Fútbol del 86 recién iniciado su mandato o tener que enfrentar tragedias de la magnitud del terremoto de Popayán y la avalancha del Nevado del Ruiz que sepultó a veinte mil habitantes de Armero… a Betancur le correspondió entregar un país en el que la legitimidad de sus instituciones estaba en avanzado proceso de colapsar. Responsable o no el Presidente, todas estas han sido unas marcas que aún impiden a la opinión pública hacer un balance positivo de su gobierno.

Pero luego de su presidencia, como si todavía le hicieran falta singularidades a este perfil, nos encontramos con un personaje que le dio a su rol un carácter excepcional para los estándares colombianos. Betancur optó por el silencio y el refugio en la actividad intelectual. Lo hizo en un país acostumbrado a que los partidos tradicionales se fragmentaban en ospinismos, llerismos, lopismos y pastranismos, imponiendo durante décadas sus candidatos, parlamentarios y hasta presidentes. Betancur también sabría ser excepcionalmente discreto en un siglo XXI que inauguramos con los largos gobiernos de Uribe y Santos. Así fue como un presidente muy mal evaluado en su cuatrienio, por culpa del rol en la vida pública asumido por la mayoría de sus colegas, terminaba su vida también calificado como un expresidente excepcional.

Betancur, Belisario (1983). Alocución sobre el Terremoto de Popayán. Colombia, Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, RDNC-RMT-037965-01

 


Autor: Felipe Arias Escobar 

 

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Fecha de publicación original Sáb, 04/02/2023 - 07:33