El 18 de diciembre señala un recordatorio internacional sobre la movilidad humana y las responsabilidades que los Estados asumen frente a ella. La ONU fijó la fecha en el año 2000, vinculándola con la Convención aprobada una década antes sobre los derechos de los trabajadores migratorios. La efeméride abre una pregunta por los procesos que empujan a millones de personas a desplazarse y por las maneras en que las sociedades elaboran esas experiencias.
En Colombia, ese interrogante encuentra un punto de apoyo en Inmigrantes, la serie que Camila Loboguerrero dirigió entre 1994 y 1995 para Audiovisuales. La producción reunió nueve capítulos dedicados a comunidades que llegaron al país durante la primera mitad y mediados del siglo XX: alemanes, japoneses, judíos, italianos, sirio-libaneses, españoles, argentinos y migrantes de Europa oriental. Su emisión por Canal Uno, a comienzos de 1995, recibió el Premio Simón Bolívar.
La investigación de Loboguerrero tuvo un origen reconocible. Colombia nazi, 1939–1945, de Silvia Galvis y Alberto Donadio, cuenta la historia de un judío que cruzó océanos para refugiarse en el país. Esa lectura llevó a la directora a rastrear otras trayectorias dispersas y a pensar cómo registrarlas en televisión. Con el equipo de Audiovisuales identificó las comunidades a trabajar según su inserción económica y cultural, y organizó un trabajo de campo que articuló fuentes históricas, entrevistas y documentación audiovisual.
La conversación con Umberto Giangrandi sitúa su desplazamiento en la guerra: un bombardeo en Italia antecede su llegada a Colombia. Habla de recorridos entre Bogotá y Bosa, talleres de arte y la manera en que su oficio se ancló en una ciudad en transformación. Su historia muestra cómo la movilidad articula ruptura y reconstrucción, y cómo las redes familiares sostienen ese tránsito.
Loboguerrero, Camila (directora). (1994). Fragmento [Entrevista sin editar con Umberto Giangrandi]. Bogotá: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, UMT-209859.
El testimonio de Carmen Tanaka y su esposo, filmado en el Valle del Cauca, abre un registro distinto. La familia sale de Japón en 1953, en plena posguerra, y encuentra en la agricultura colombiana un espacio para empezar de nuevo. Mencionan semillas traídas desde su país, huertas destinadas al consumo familiar y prácticas que atraviesan generaciones. La escena ilumina cómo los saberes agrarios, los vínculos familiares y las decisiones económicas se entrelazan cuando una comunidad rural se instala en un territorio distante.
Loboguerrero, Camila (directora). (1994). Fragmento [Entrevista sin editar a inmigrantes japoneses]. Valle del Cauca: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, UMT-209373.
Y, por otro lado, la entrevista con Hilda Strauss incorpora una dimensión ligada al comercio y a las tensiones políticas del siglo XX. Su abuelo llegó desde Alemania como comerciante de banano y piña, parte de las redes europeas que operaban en el Caribe colombiano desde comienzos de siglo. La Segunda Guerra Mundial modificó ese entorno: en Barranquilla, las familias de origen alemán enfrentaron controles y sospechas. Hilda, nacida en el país, ingresó más tarde al mundo de la televisión y la locución. Su trayectoria muestra cómo las generaciones siguientes negociaron ese origen extranjero dentro del campo cultural colombiano.
Loboguerrero, Camila (directora). (1994). Fragmento [Entrevista sin editar a Hilda Strauss]. Bogotá: Audiovisuales. Archivo Señal Memoria, UMT-208877.
Y mientras Loboguerrero realizaba estas entrevistas, en América Latina se consolidaba un campo de estudios que más tarde sería central para comprender la movilidad regional. En espacios como CLACSO se discutían las dinámicas Sur–Sur, los efectos de las categorías legales, la centralidad de las mujeres migrantes en los sistemas de cuidado y las formas de organización que surgen desde las propias comunidades en tránsito. Investigadoras como Susana Novick, Eduardo Domenech, Gioconda Herrera o Amarela Varela aportaron el marco conceptual que hoy ordena buena parte de esta discusión.
En ese panorama, Inmigrantes funciona como un registro que permite situar las movilidades que recibió Colombia durante buena parte del siglo XX, cuando llegaron grupos europeos, asiáticos y árabes por razones diversas: guerras, crisis políticas, restricciones económicas o redes comerciales previas. La serie reconstruye ese mosaico de trayectorias y permite seguir las formas concretas en que estas comunidades se insertaron en el país.
Treinta años después, el escenario es otro. La llegada de más de dos millones de personas provenientes de Venezuela transformó la conversación pública, las políticas estatales y la vida cotidiana. Este movimiento, junto con otros flujos intrarregionales, plantea preguntas sobre integración, acceso a derechos y transformaciones urbanas y rurales. En este contexto, el episodio dedicado a la migración argentina adquiere un nuevo relieve. Figuras como Fanny Mikey o Delfina Guido recuerdan su llegada a Bogotá entre dictaduras, crisis económicas o decisiones profesionales. Sus relatos amplían el mapa de movilidades que marcaron la segunda mitad del siglo XX.
La movilidad articula decisiones familiares, condiciones históricas y sistemas económicos; lo que cambia es la escala, la intensidad y las respuestas institucionales.
El Día Internacional del Migrante plantea una pregunta por la forma en que registramos e interpretamos estas experiencias. Inmigrantes reúne voces que describen su llegada al país y los procesos que ordenaron sus vidas aquí. Revisitar la serie en 2025 permite reconocer la fuerza de estos testimonios y la necesidad de producir registros que acompañen los desplazamientos actuales.
Allí, en las escenas filmadas hace tres décadas, se dibuja una tarea: leer la movilidad humana desde las historias que la sostienen y desde las memorias que un país decide escuchar y narrar.
