La tenaz resistencia indígena en el río Magdalena | Señal Memoria

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Publicado el Lun, 15/11/2021 - 09:00
La tenaz resistencia indígena en el río Magdalena

Desde su hallazgo por parte de los conquistadores, el río Magdalena fue un punto estratégico para la invasión y colonización española de lo que hoy es Colombia. Sin embargo, su valle no siempre estuvo del todo controlado por los europeos, gracias a la resistencia de pueblos como yalcones, yariguíes y especialmente pijaos. Su historia también la cuentan nuestros documentos.


La Conquista incompleta del río Magdalena

Al empezar el siglo XVII, la realidad económica, política y cultural de esta parte del mundo estaba completamente influenciada por los sucesos de la Conquista desarrollados durante todo el siglo anterior. Los pueblos agricultores indígenas, diversos en todo aspecto, habían sido transformados por una violenta invasión europea, la cual pretendió homogeneizar las formas de gobernar, producir y pensar de todos los habitantes de este territorio, fueran estos españoles, indígenas o africanos esclavizados.

Pero esta invasión nunca fue un acto pleno, más allá de lo que durante siglos mostraron los españoles en sus mapas. En algunas regiones el conflicto entre invasores e invadidos se prolongó durante generaciones

Llegada de los españoles. En: Vera Quintana, Gonzalo (director) (1979). Amerindia. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD18577

 

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De esclavos a rebeldes

En 1501 la expedición de Rodrigo de Bastidas vio por primera vez el río Magdalena, cuando usaban el litoral como lugar para  abastecerse y secuestrar indígenas. 24 años después, ese mismo conquistador fundó Santa Marta, en medio de otra estrategia de ocupación que consistía en dispersar a los europeos por todo el continente. Cuando el puerto fue visitado por otros españoles que venían del Perú, el Magdalena se convirtió en la ruta para adentrarse más al sur, buscando aquellas riquezas.

Ese extenso territorio que encontraron aguas arriba del Magdalena, poblado por millones de indígenas, instó a los españoles a emprender su conquista. Lo lograron en la cordillera oriental, venciendo a los muiscas y concentrando su dominio en las nuevas ciudades de Bogotá, Tunja y Vélez, desde donde poco después regresarían al Magdalena para establecer allí ciudades más pequeñas, haciendas y minas.

Así fue el nacimiento urbano e hispánico de Mariquita, Ibagué o Neiva. Sin embargo, la ocupación del valle del Magdalena no fue fácil para los españoles: Ibagué tardó medio siglo en poblarse y, cuando lo hizo, se convirtió en un centro desde donde se atacaba a paeces y pijaos, mientras que Neiva debió trasladarse dos veces por los ataques de los indígenas timanaes y yalcones. La tenacidad de estos últimos quedó inmortalizada en la historia de la cacica Guaitipán, llamada La Gaitana por los españoles, quien impidió durante años que Pedro de Añasco, Juan de Ampudia y Juan del Río sometieran a su pueblo.

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Monólogo de La Gaitana. En: Vera Quintana, Gonzalo (director) (1979). Amerindia. Colombia: Radio Nacional. Archivo Señal Memoria, CD18577

 

La resistencia un siglo después

A los conquistadores les había atraído más la riqueza económica y demográfica del altiplano cundiboyacense, motivo por cual establecieron allí sus principales encomiendas y ciudades, incluyendo a la capital del Nuevo Reino, lo cual también se facilitó por el aprovechamiento de la integración política y la jerarquía social que tenían los indígenas que allí habitaban. Mientras que hacia el río estaban los “indios bravos”, es decir, los pueblos estigmatizados por su atomización política: desde los paches, combatidos por muiscas y españoles, hasta los yariguíes que bloqueaban el paso de Tunja y Vélez hacia el río.

Las huestes de los conquistadores que fracasaron en someterlos en el siglo XVI, fueron reemplazadas por los ejércitos de la Corona que habitualmente emprendían batidas contra alguno de esos cacicazgos. La más prolongada de estas guerras ocurrió contra los pijaos, liderada por el presidente de la Nueva Granada Juan de Borja y documentada por fray Pedro Simón (de quien viene la acusación de antropofagia contra estos pueblos, repetida por generaciones en los libros). Los caciques rebeldes intentaron unirse en múltiples ocasiones, iniciativa en la que fueron especialmente recordados Calarcá y su muerte trágica a manos de los españoles. Fueron años de numerosas escaramuzas en las que el invasor destruyó las sementeras indígenas hasta lograr la reducción de su población y su aislamiento.

Al mismo tiempo y como pasó tantas veces en América, no sería la guerra sino la presión de la colonización la que terminaría venciendo a estos pueblos. Por ejemplo, los yariguíes fueron vencidos por epidemias para las que no eran inmunes, por el aislamiento económico y cultural de una frontera blanca y mestiza que cada vez los rodeaba más y por formas de violencia más recientes, perpetradas ya no por españoles sino por colombianos.


Autor: Felipe Arias Escobar

 

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Fecha de publicación original Lun, 15/11/2021 - 09:00