
En la historia de la radio colombiana, pocos proyectos condensan con tanta claridad la vocación cultural y la ambición internacional como Carta de Colombia, el magazín producido por la HJCK entre 1967 y 1981.
Más que un programa, fue parte de un proceso más amplio: la búsqueda de proyectar una imagen renovada de Colombia hacia el exterior en un momento de intensas transformaciones sociales y mediáticas. Su nombre evocaba la idea de una carta enviada semanalmente al mundo, esa misiva estaba cuidadosamente compuesta por voces, temas y formatos que respondían tanto a la misión de la emisora como a intereses institucionales, como los de la Federación Nacional de Cafeteros, su patrocinador principal.
Al mirarlo desde la investigación histórica, Carta de Colombia aparece como un dispositivo de diplomacia cultural. Allí se negociaban rupturas —el paso de la radio cultural local a la circulación internacional, la incorporación de la televisión en 1970— y continuidades —la fidelidad a la vocación de la HJCK desde 1950 de educar y formar y de formar en torno a la cultura. El programa es, en ese sentido, una ventana para comprender cómo se imaginaba y se proyectaba el país durante los años setenta, en diálogo permanente con las tensiones entre tradición y modernización.
La HJCK y el nacimiento de Carta de Colombia
La HJCK fue fundada en 1950 por Álvaro Castaño Castillo junto a un grupo de intelectuales que buscaban elevar el nivel cultural de la radio privada en un país marcado por la violencia política. Desde el inicio, se definió como una emisora para la cultura, con la voz de Gloria Valencia de Castaño como símbolo de ese proyecto. Su estrategia fue conjugar con su capital cultural, social y económico con contenidos que ampliaran el espectro de oyentes, sin abandonar el rigor.
En 1967, este camino se amplió con Carta de Colombia. Bajo la dirección de Álvaro Castaño y con Gloria Valencia como presentadora, el programa nació con el apoyo de la Federación de Cafeteros, institución interesada en promover una imagen positiva del país. No fue un detalle menor: el patrocinio cafetero garantizó estabilidad económica y, sobre todo, proyectó el programa a nivel internacional. El formato elegido fue el de magazín cultural, capaz de recoger desde reseñas de libros y entrevistas hasta notas musicales y reportajes de actualidad.
El programa encarnaba un proceso histórico más amplio: la internacionalización de la cultura colombiana en plena modernización mediática. En un país que apenas consolidaba su televisión pública y en una década marcada por tensiones sociales, la radio cultural se convirtió en escenario de representación simbólica y diplomática.
Valencia de Castaño, Gloria (Productora). Transmisión programa 24 de febrero de 1974: el fotógrafo Felipe Ferrer. (1974). HJCK
Un magazín con vocación internacional
El 7 de mayo de 1967 la emisora presentó al público de Europa y de Colombia la primera entrega de Carta de Colombia. El programa nació como una respuesta a Carta de España -posteriormente llamado Ventana de España-, que se transmitía en las principales estaciones radiofónicas del país. En un comienzo, Carta de Colombia fue enviado principalmente a España para ser emitido en toda la península ibérica. La comunicación con ese país fue siempre su objetivo central, y su intención era proyectar hacia el exterior una imagen positiva de Colombia.
Cada emisión de Carta de Colombia era un mosaico. Reportajes, crónicas, entrevistas breves, comentarios musicales y reseñas literarias componían su estructura. Lo distintivo era el equilibrio entre expresiones que se asocian con una cultura de elite -música clásica, literatura, arte moderno- y manifestaciones de más populares -festivales folclóricos, música tropical, anécdotas sociales-.
El alcance internacional del programa fue otra de sus novedades. Se transmitía por onda corta y se retransmitía semanalmente en 16 emisoras del mundo, además de la Radiodifusora Nacional de Colombia, que lo incorporó a su parrilla dominical desde 1969. Así, lo que surgió como un proyecto de una emisora privada se convirtió en puente entre la radio cultural independiente y la radio pública estatal. En ese cruce de intereses se evidencia cómo la cultura funcionaba como terreno común entre iniciativas privadas y políticas estatales de difusión.
La fórmula también se adaptó a la televisión. Entre 1970 y 1979, la productora RTI realizó una versión televisiva de Carta de Colombia con Gloria Valencia como presentadora. Emitido por cadenas internacionales, este formato visual llevó imágenes del país y entrevistas filmadas a otros públicos, anticipando lo que décadas después serían los canales internacionales de promoción cultural.
Valencia de Castaño, Gloria (Productora). Transmisión programa 04 de diciembre de 1976: Programa 500. (1976). HJCK
El conmemorar 500 programas simboliza la continuidad de un proyecto que logró sostenerse gracias a un delicado equilibrio: la fidelidad a la misión cultural, la apertura a expresiones populares, el respaldo económico de los cafeteros y el prestigio de Gloria Valencia como figura mediática.
Reconocimientos y rupturas
Castaño Castillo, Álvaro (Productor). Transmisión programa 04 de marzo de 1978: Emma Araujo sobre Raoul Dufy. (1978). HJCK
El prestigio alcanzado por Carta de Colombia se reflejó en 1975, cuando obtuvo el Premio Ondas en la categoría Iberoamericana. Fue el reconocimiento internacional más importante que recibió la HJCK y consolidó a Gloria Valencia como figura central en la divulgación cultural.
Sin embargo, los cambios tecnológicos y mediáticos marcaron una ruptura. En 1981, la HJCK reorganizó su programación tras abandonar la banda AM y concentrar esfuerzos en la frecuencia FM. Carta de Colombia salió del aire en ese contexto, coincidiendo con el creciente protagonismo de Valencia en la televisión.
Hoy, Carta de Colombia pervive gracias al archivo sonoro de Señal Memoria. Sus emisiones conservadas no solo permiten escuchar voces y relatos, sino reconstruir una época donde la radio cultural jugó un papel de diplomacia simbólica. El programa fue, en esencia, una crónica sonora de los años setenta: registró inauguraciones, visitas internacionales, obituarios, entrevistas y festivales, componiendo un retrato complejo de la vida nacional y su proyección global.