Amores de la TV | Señal Memoria

Amores
Publicado el Sáb, 17/09/2022 - 08:00
¿Amores de la TV?
El Día del Amor y la Amistad en Colombia es una celebración que desde 1969 llena los corazones de solteros y emparejados. Entre amigos secretos, amigos conocidos y amigos por conocer, este fin de semana es un mar de sensaciones que trae las representaciones de amor de la televisión colombiana.

El amor, el amor, el amor. El aire huele a chocolates, cenas románticas con vino y una chimenea en un día lluvioso de septiembre. Pero también a intrigas y sospechas de quién es el amigo secreto que endulza cada día. En Colombia, el Día del Amor y la Amistad se celebra el tercer fin de semana del mes 9, desde 1969, cuando una serie de comerciantes se alzaron por cuenta de las bajas ventas y decidieron instaurar la fecha para animar a sus clientes a gastar dinero en quienes aman.

A raíz de esta festividad en Señal Memoria les contamos tres casos diferentes de representaciones del amor: Manuelita Sáenz y Simón Bolívar (el amor épico); Antonio Nariño y Magdalena Ortega (un amor a prueba de todo), y Hermelinda Altocopete y Nerón Navarrete (el amor oculto e interesado).

Manuelita y Simón: un amor épico

Un día de 1822, en la esquina de las calles Chile y Venezuela, en la hoy Plaza de la Independencia de Quito y justo después de la batalla de Pichincha, el Libertador Simón Bolívar entró por primera vez en esta ciudad rumbo al Palacio de Gobierno. Desde un balcón con una vista privilegiada y en medio del bullicio de quiteños que saludaban al prócer, se encontraba Manuelita mirando a Simón. Sin embargo, no todo es tan poético y hermoso como se narra.

Ese día, mientras Bolívar pasaba montado en su noble corcel, Manuela lanzó una corona de laureles y rosas desde el balcón, que claramente no aterrizó solemnemente en la cabeza del Libertador, sino que cayó en su pecho, antes de rodar al piso y espantar al caballo que por poco lanza a Bolívar al suelo. En ese momento, Bolívar alzó la mirada para ver quién había hecho semejante desastre,  cuando divisó a una sonrojada Manuelita y ¡oh, se enamoraron!

Hoy, gracias a Bolívar, el hombre de las dificultades, podemos hacernos a una idea del segundo encuentro entre Manuelita y Bolívar en el Baile de la victoria:

Triana, Jorge Alí (Director).  (1981). Miniserie Bolívar, el hombre de las dificultades: Capítulo III: De Angostura a Guayaquil. Bogotá y Guayaquil. Archivo Señal Memoria. BTCX60-062850. 

 

Antonio y Magdalena, un amor a prueba de todo  

Antonio Nariño se casó con Magdalena Ortega el 27 de marzo de 1785. Su gran amor se mantuvo pese a todas las adversidades en la vida del prócer y se materializó en sus seis hijos: Gregorio, Francisco, Antonio, Vicente, Mercedes e Isabel. Como parte de esta historia de amor, el sufrimiento de Magdalena empezó el 29 de agosto de 1794, cuando Antonio fue encarcelado por un anónimo ante el Palacio Virreinal. Por estos días, Magdalena vivió una crisis común a las esposas de todos aquellos que estaban acusados de erigir nuevos métodos de administración de gobierno y de justicia en el suelo de la patria. 

La falta de Antonio iba más allá de lo sentimental, pues él sostenía a la familia, lo que llevó a Magdalena a solicitar la ayuda de Antonio Ricaurte, reconocido abogado y cuñado de Magdalena, quien aceptó abogar por Nariño. Sin embargo, esto solo hizo que también encarcelaran a Ricaurte. Así las cosas, Nariño se escapó de la cárcel y después de meses de persecución y de recorrer Venezuela antes de volver a Cúcuta, Pamplona y San Gil, entró en Santafé, donde se reencontró con Magdalena el 13 de junio de 1797.

Pero Nariño volvió a ser encarcelado. Tras su liberación y fundación de La Bagatela, murió su amada Magdalena el 16 de junio de 1811. A raíz de esto, Nariño escribió en La Bagatela el 28 de julio de 1811 el texto Sueño, dedicado a Emma, como le decía cariñosamente a su esposa. Dice… 

¡Bendito sea para siempre Aquel que dió al hombre una compañera y que puso en ella el encanto irresistible que templa a un mismo tiempo nuestro carácter y nuestras desgracias! ¿Quién de nosotros no miraría la existencia como un presente funesto si la mano de una compañera no nos ayudase a soportar la carga? Todo el mundo es ilusión y la misma vida no es sino un sueño; pero de todos los sueños, sin duda, el más dulce es el amor. (Nariño, A. (1811, 28 julio). Sueño. La Bagatela)

En el Archivo Señal Memoria, Nariño, el Precursor retrata el inicio de este gran amor por medio del siguiente fragmento: 

 

Triana, Jorge Alí (Director).  (1982). Nariño, el precursor : Capítulo I- El farol rojo / Jorge Alí Triana. Bogotá. Archivo Señal Memoria. UMT-216571 CORTE I.

 

Hermelinda y Nerón, un amor oculto e interesado

No todos los amores tienen grandes dosis de epicidad como los dos anteriores, ni tampoco tanta publicidad. Tal es el caso de Hermelinda y Nerón. Hermelinda busca un hombre tierno y muy guapo y sobre todo con una gran billetera, que pueda aportar todas las comodidades a las que ya se encuentra acostumbrada. Nerón, por su parte, es un coqueto empedernido e imprudente que básicamente busca a cualquier mujer, la conozca personalmente o no, ya que su gran amor siempre será Amparo Grisales. 

Sin embargo, Nerón tiene su corazoncito en un ámbito más real y encuentra en Hermelinda a esa pareja que lo cautiva. Busca por todos los medios la manera de agradarle, y aunque ella le ha dado luces sobre el asunto, siempre es en circunstancias en las que Nerón aparenta ser un hombre adinerado. Es eso aquello que le falta a él para ser público con Hermelinda, dinero, pero no valentía. 

Ese es el caso de este fragmento, en el que el valiente Nerón entra en la casa de Hermelinda para congraciarse con ella y su familia. Sin embargo, se encuentra encerrado en el baño de Hermelinda en una compleja situación de la que sale asustado, pero al menos, con el beso de su amada. 

 

Duplat, C. (Director). (1990) Capítulo 18 : Momento de decisión. Bogotá, Archivo Señal Memoria. NN_EP_018_FHD_20210914.

 


Autora: Valentina Mena

 

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Fecha de publicación original Sáb, 17/09/2022 - 08:00