Ficha Técnica
Los episodios de la historia de Colombia han inspirado numerosas obras artísticas en diferentes géneros desde hace casi dos siglos. Si bien no todos los temas y expresiones han podido ser explorados con profusión, como pueden ser por igual los casos de la conquista española o el ballet.
Una notable excepción fue Avirama, una obra compuesta en 1956 por Luis Antonio Escobar, entonces una de las revelaciones de la música académica en el país. Avirama, un nombre que hoy evoca el resguardo indígena nasa de Tierradentro, se inspira en la historia de La Gaitana o Guatipán, jefe de los indígenas del pueblo yalcón que habitaba el actual municipio de Timaná y que lideró una tenaz resistencia contra las huestes de Pedro de Añasco y otros conquistadores que deseaban controlar los alrededores de la recién fundada Neiva, en medio de una guerra que se prolongó en todo el Alto Magdalena durante casi un siglo. Esta historia se enmarca en las memorias de resistencia de los pueblos pijao, andaquí, misak y nasa en el sur de la actual Colombia.
A pesar de su evidente representación estereotipada de los indígenas, Avirama es un documento que nos muestra el interés de la intelectualidad colombiana de mediados del siglo XX en representar miradas diversas de la historia y la cultura del país. No fue gratuito que, desde la música, ese interés recayera en Luis Antonio Escobar (1925-1993), un músico con una obra diversa enfocada muchas veces en la divulgación para públicos y medios masivos. Dentro del reparto actoral de su estreno, realizado en 1956 en el Teatro Colón de Bogotá, se encuentra Raquel Ércole como la hija de la cacica. Para los años 60 esta misma obra fue editada en elepé, con la Orquesta Sinfónica de Colombia dirigida por Olav Roots, cuando el formato de larga duración estaba revolucionando la difusión de la música en Colombia, tanto la popular como la académica.
Por: Felipe Arias Escobar
