Yuruparí, reflejo de un país en transición | Señal Memoria

Yuruparí, reflejo de un país en transición
Publicado el Vie, 08/04/2022 - 09:10
Yuruparí, reflejo de un país en transición

Las diferentes violencias, la migración interna y el reconocimiento de la diversidad colombiana, eran algunas de las dinámicas que en los años ochenta hacían de Colombia un país en transición. Fue entonces cuando surgió Yuruparí, una serie que profundizó en sus distintas manifestaciones culturales, difundiéndolas de manera masiva por medio de la televisión abierta. Creada principalmente por Gloria Triana y producida por Focine y Proimágenes, Yuruparí capturó la complejidad de las diversas regiones del país. En Chocó, por ejemplo, mostró el sincretismo de lo negro y lo católico yuxtapuesto con rituales que buscaban apaciguar a los dioses.

Colombia era un país en transición a inicios de los años ochenta. Desde mediados del siglo XX, en buena parte como consecuencia de la violencia bipartidista, comenzó una migración masiva del campo a la ciudad que condujo a la urbanización del país. Las ciudades crecían a un ritmo acelerado. 

Esa violencia mutó y en los años ochenta el conflicto armado entre las guerrillas y el Estado golpeaba al país, mientras el paramilitarismo surgía con ímpetu. El narcotráfico era otro factor de peligro y amenaza y aumentaría a lo largo de la década. Ya había culminado el Frente Nacional, pero el sistema político se antojaba insuficiente y era evidente que un cambio era necesario. 

Al mismo tiempo, el Premio Nobel de Literatura que recibió Gabriel García Márquez en 1982, podría interpretarse en parte como un reconocimiento a la diversidad cultural de Colombia, a su folclor, a las tradiciones que, de una u otra manera, palpitan en la obra del escritor de Aracataca.

De hecho, la vistosa exhibición de folclor nacional que acompañó a García Márquez a Estocolmo, fue coordinada por la socióloga Gloria Triana, experta en la cultura popular de Colombia. Había recorrido todo el país conociendo los exponentes principales de la cultura nacional. En un programa de televisión como Noches de Colombia había logrado plasmar su visión: abrir nuevos espacios para la cultura y retar la brecha entre centro y periferia. 

Entonces en 1982 la programadora estatal Audiovisuales y Focine, propusieron a Triana trabajar en una serie documental para televisión sobre la cultura popular de Colombia y sus diversas regiones, temas que había indagado a lo largo de su carrera, que le apasionaban y que entendía como su misión. Así surgió Yuruparí, un vehículo gracias al cual Triana, el equipo de la serie y Colombia entera, pudieron viajar al origen de tales manifestaciones culturales para analizarlas a fondo en su contexto y en su lugar y, sobre todo, para pensar qué implicaba ser colombiano o colombiana, en sus distintas maneras de serlo. 

Ese mismo año empezó la producción de Yuruparí, la cual se estrenó en 1983. La serie se internó, entre otros territorios, en Chocó. A partir de diferentes relatos construyó una imagen completa y matizada del departamento. En los episodios a propósito de la Quebrada Petecorro (“Ceremonia del Benkuna" y "El aguacerito”), la serie apuntó sus focos a la comunidad waunana y sus ceremonias para  proteger a los niños y apaciguar a los dioses. Y a través de “Así es mi pueblo” (Istmina), “San Pacho, un santo blanco para un pueblo negro” (Quibdó) y “El Cristo Negro de Tadó” (Tadó), mostró las fiestas patronales chocoanas, con su sincretismo que integra lo negro y lo católico, la misa y la chirimía. El episodio de Tadó muestra cómo la Semana Santa es adaptada y reinterpretada desde lo local —Cristo es negro y habla con acento del Pacífico— y así se abre un diálogo intercultural, como el que también establece Yuruparí a lo largo de sus episodios.

 

Triana Varón, Gloria (1986). Yuruparí [El Cristo Negro de Tadó]. Tadó, Chocó: Audiovisuales, FOCINE. Archivo Señal Memoria, C1P-242890.

 

Además de la importancia que tuvo para la televisión nacional, Yuruparí marcó un hito en el ámbito de la antropología colombiana, un hito en la antropología visual y el documental etnográfico. Había una corriente que se concentraba en la denuncia social de la pobreza, la violencia y la exclusión que sufrían millones de habitantes. Sin desconocer esta estructura, Yuruparí dirigió su mirada a la alegría que aún así persistía detrás de las fiestas, la creatividad, la expresión del espíritu nacional. 

Esta apuesta fue potente y es parte de la razón del éxito de la serie, que rápidamente se ubicó en lo alto del rating. Los televidentes sabían que cada sábado, en horario estelar, venía un nuevo viaje, una nueva historia que los llevaría a extender las fronteras del país que tenían en su cabeza, a entenderlo de otra manera con relación a la que estaban acostumbrados. Sin embargo, también hubo críticas fuertes. Por un lado, en el gremio del cine decían que Yuruparí no era cine y que por lo mismo no tenía por qué ser financiada por Focine. Por otro, parte de la antropología nacional rechazaba Yuruparí, una expresión demasiado híbrida en ese momento. 

Además, había una gran pregunta sobre Yuruparí. Al adentrarse en trochas poco andadas y ríos poco navegados para acceder a comunidades escasamente visitadas y registrar sus manifestaciones más bien desconocidas, surgió la duda de lo que iba a suceder con dichas expresiones. ¿Perderían su pureza al quedar expuestas a un público masivo? ¿Existir lejos de las miradas era parte importante de su identidad? ¿Podía Yuruparí, quizás con buena intención, terminar generando un impacto negativo en las comunidades que buscaba homenajear? 

De hecho, esta pregunta no solo tenía que ver con la serie sino también con la totalidad de la antropología y su ejercicio. Había una gran preocupación en cuanto a cómo mantener la autenticidad de las culturas y sociedades colombianas. No obstante, Yuruparí apostó por una visión fluida y cambiante de la cultura y la colombianidad. Asumió que el registro de esas manifestaciones no era su fin sino justamente eso, el registro destinado a perdurar para las generaciones posteriores, incluso para las generaciones de las mismas comunidades. 

Al final, Yuruparí actuó como un espejo en el que Colombia pudo mirarse y entenderse. En 1991 el país, en su nuevo pacto constitucional, se describiría como pluriétnico y multicultural. La serie contribuyó a preparar el terreno para ese proceso. Todos los episodios aportaron en ese sentido. A manera de ejemplo destaca “Cuadrillas de San Martín”. Esta fiesta, que se celebra desde 1735, es un espacio para reflexionar sobre la historia del mundo y de los Llanos, una mezcla que plantea un diálogo entre los distintos componentes de un colombiano y un metense, con sus elementos español, indígena y negro. 

 

Triana Varón, Gloria (1983). Yuruparí [Cuadrillas de San Martín]. San Martín de los Llanos, Meta: Audiovisuales, FOCINE. Archivo Señal Memoria, C1P-243555..

 

En su diversidad, que iba de lo general de Colombia a lo particular de cada pueblo, gracias a Yuruparí el país se entendió a sí mismo.

 


Autor: Santiago Cembrano

 

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Fecha de publicación original Vie, 08/04/2022 - 09:10