El origen de las corralejas está en las haciendas coloniales de la costa Caribe, donde los peones aprendían a manejar el ganado. Tal es la semilla de una fiesta que se remonta a mediados del siglo XIX, la cual se celebraba en honor a San Francisco de Asís, patrono de Sincelejo. Cada mes de enero, la gente de Sincelejo, en un particular espectáculo, presencia cómo los más intrépidos esquivan en el corral a los toros más bravos.
[...] en los tiempos de la Colonia en la costa Caribe. Los peones de las vastas haciendas recibían instrucción para poder herrar, descornar o curar.
No cualquier persona está en capacidad de trabajar con ganado. Por muchas ganas que tenga de hacerlo, no puede empezar si no cuenta con el conocimiento previo al momento de pararse frente a una vaca o lidiar con un toro, evitando sufrir un accidente. Dicho conocimiento es, antes que teórico, práctico: se aprende haciendo. Así era en los tiempos de la Colonia en la costa Caribe. Los peones de las vastas haciendas recibían instrucción para poder herrar, descornar o curar. Estas lecciones tenían su lado divertido, pues podían convertirse en faenas a las que asistían amigos y parientes. Poco a poco se convirtieron en un evento en sí mismo.
Tal es el origen de las corralejas, la emblemática tradición de Sincelejo, la cual cruzó las fronteras de la ciudad, abrazando al resto de la región y fusionándose con una tradición religiosa que se constituyó en el marco que la acoge desde 1845, cuando tuvieron lugar las primeras corralejas en honor a San Francisco de Asís, patrono de Sincelejo. De ahí que, durante muchos años, el escenario natural de las corralejas fuera la plaza de San Francisco.
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Así, en enero de cada año tiene lugar esta fiesta centenaria que celebra y mantiene viva una arraigada tradición que se nutre de un sentimiento religioso de vieja data: las fiestas religiosas del Dulce nombre de Jesús, llamadas así porque, según el relato bíblico, Jesús recibió su nombre durante la gestación de la Virgen María.
Las corralejas entonces van acompañadas por las demás festividades de Sincelejo en esa época del año, llena de sol, a diferencia de octubre, mes de lluvias, momento en el que en otros tiempos se realizaban. La presentación de comparsas folclóricas, el reinado popular, el desfile de fandangueras y el desfile veintenerito, en el que los niños montan a lo largo y ancho de la ciudad sus caballos de palo, constituyen los ingredientes del gran festejo. Además, los amantes del baile tienen durante esos días la vitrina perfecta al tomarse la plaza y avivar la llama de la fiesta.
[...] las corralejas de Sincelejo son apenas una de las varias manifestaciones taurinas que tiene Colombia, en pie de igualdad con las corridas de las haciendas sabaneras en los alrededores de Bogotá.
Pero si queremos contar la historia completa, debemos remontarnos a la leyenda del minotauro, en Creta, donde había espectáculos taurinos en los que los hombres esquivaban los embates de los toros. Luego tenemos que pasar por España, la cuna del toreo como lo conocemos hoy y el centro mundial de la tauromaquia. Allí se desarrolló la cultura taurina y la noción del toro como un animal lleno de poder y fuerza, noción que luego llegó a América. Así, las corralejas de Sincelejo son apenas una de las varias manifestaciones taurinas que tiene Colombia, en pie de igualdad con las corridas de las haciendas sabaneras en los alrededores de Bogotá. En su evolución, las corralejas de Sincelejo dejaron de ser un quehacer de la vida rural, para convertirse en una fiesta independiente, en un espectáculo público que por unos días pone en suspenso la vida de la comunidad.
¿En qué consisten las corralejas?
Hoy, las corralejas son parte muy importante de la fiesta religiosa de la ciudad. Lo primero que se debe mencionar es el escenario cerrado que acoge a los espectadores, el cual suele ser de madera y guadua, con graderías y palcos, como un corral. De ahí el nombre. También es necesaria la música, ojalá en vivo, que ambiente el espectáculo, de manera ideal porros y fandangos. Y en el centro, bajo todas las luces y las miradas, los más aguerridos se lanzan al ruedo para eludir a cuarenta toros bravos provenientes de diferentes ganaderías.
Si lo contamos así, sin más, suena abstracto. Démosle cara entonces a quienes participan de las corralejas, para entender su significado. Hagámoslo a través de un episodio de 2006 de La cultura viva, serie dirigida por Vicente Silva, que retrató las corralejas y a Germán “Lucoma” Martínez, figura icónica de la tradición.
Silva Vargas, Vicente (2006). La cultura viva [Corralejas en Sincelejo]. Bogotá: Unión Temporal Virtual TV - Vicente Silva. Archivo Señal Memoria, BTCX30 006574.
Esta fiesta guarda similitudes con una corrida de toros, pero también diferencias. En las corralejas hay varios toros al mismo tiempo en el ruedo y la arena es más grande. Además, el amateurismo es importante, pues no son toreros profesionales los que saltan al centro, sino temerarios participantes que quieren probar suerte y hacer gala de su agilidad. Aparte de quienes esquivan a los toros, también participan los paragüeros, los banderilleros, los capoteros y los garrocheros, todo un ecosistema con una red grande de significados y símbolos, que únicamente se comprende desde adentro.
[...] además de su valor cultural, también es una fiesta que implica una importancia económica. Es la puerta de entrada a los turistas que gastan en esos días de enero...
Las corralejas son una tradición de la cultura de Sucre que se ha mantenido viva de generación en generación. Es una manera de decir esto es Sucre, lo que implica que se constituya en un imán de turistas, tanto nacionales como internacionales, pues las corralejas no se proyectan exclusivamente para el ámbito de Sincelejo, sino también para el resto del mundo. Por eso, además de su valor cultural, también es una fiesta que implica una importancia económica. Es la puerta de entrada a los turistas que gastan en esos días de enero un dinero que beneficia a la región. Y por encima de todo, el fervor religioso que enciende el ánimo de los participantes y que año tras año, en ese mes lleno de luz que caracteriza a la costa Caribe colombiana, se entregan a la celebración.
Autor: Santiago Cembrano