Ficha Técnica
Desde su instauración en 2017, el Día Mundial de las Abejas ha sido una oportunidad para proteger a estos insectos que ayudan a buscar el equilibrio en nuestro planeta por medio de la polinización. Ese proceso, en el que se transfiere el polen de una flor a otra, permite que se lleve a cabo la reproducción de las plantas, lo que hace que las frutas germinen. Es decir que la labor de las abejas tiene una implicación directa en nuestra alimentación. De hecho, según las Naciones Unidas, se estima que el 75% de los cultivos y el 90% de las flores dependen de la polinización.
En ese proceso intervienen abejas de distintas especies, algunas solitarias y otras sociales. Las primeras tienen sus propios nidos. Las segundas habitan en colmenas compuestas por la reina, que mantiene la cohesión del grupo y pone huevos; las obreras, que extraen néctar de las flores; y los zánganos, machos que fecundan a la reina.
A pesar de la importancia de la labor de estos insectos, se encuentran en peligro por el uso de productos químicos como fertilizantes, monocultivos que los desplazan de sus hábitats, contaminación ambiental, entre otros. Por ello, en 2023, la Organización para las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura busca concientizar a los agricultores sobre tener una producción agrícola amigable con los polinizadores. En Colombia, la importancia de las abejas se ha destacado, por lo menos, desde el siglo pasado. En los años cincuenta, el noticiero cinematográfico Colombia al día registró al apiario La conchita en Funza, Cundinamarca.
De acuerdo con la Cámara Procultivos de la Asociación Nacional de Industriales, Gabriel Trillas fundó la Asociación de Apicultores en el país en 1956 y es el apicultor que se observa en el fragmento anterior. Ahora, tras más de seis décadas de ese documento audiovisual , se resalta la necesidad de mantener vínculos entre agricultura y apicultura para conservar las más de 20.000 especies de abejas y proteger nuestra soberanía alimentaria.
Autora: Laura Lucia González
