Colección que agrupa los documentos relacionados con temas de interés general, expresiones artísticas, manifestaciones y producciones culturales originadas por los diferentes tipos de poblaciones en el país.
Szymon Goldberg (1909-1993) fue un importante violinista, con grabaciones de culto que al igual que su carrera no contaron con la difusión suficiente para generar un prestigio sin duda merecido. Célebre, además, por su dueto con la pianista Lili Kraus (1903-1983), fue recluido con ella en un campo de concentración japonés, tras ser capturados mientras se encontraban de gira por el continente asiático. Su condición de judío también determinó pocos años antes la interrupción de un descollante papel como concertino de la Orquesta filarmónica de Berlín, por haber sido expulsado de la Alemania nazi, durante aquella época dorada de la orquesta presidida por Wilhelm Furtwängler. Goldberg fue un violinista que por estas y otras circunstancias, sumadas a una difícil personalidad, nunca estuvo demasiado cerca al estrellato.
Considerado un prodigio del piano en el siglo XX, Dinu Lipatti (1917-1950) murió en la cumbre de su juventud por efecto de una devastador linfoma maligno. Este rumano que descollaba por igual en el repertorio de Schumann, Grieg o Chopin, como también en las obras de su época, particularmente de Bartók y Ravel, dejó un legado discográfico breve pero apreciado hasta la actualidad. Las grabaciones de Lipatti son joyas sin excepción. Esta publicación de 1943 incluye un repertorio elocuente sobre su versatilidad.
Dennis Brain, excepcional cornista británico, falleció a los 37 años de edad, en 1957, cuando se encontraba en el cenit de su carrera. Una brillante ilustración es este reconocido disco, que desde su grabación en 1953, nunca ha salido del mercado. Con 24 años de edad, luego de la Segunda guerra, Brain es convocado para conformar dos nuevas orquestas, la Royal Philarmonic Orchestra y la Philharmonia Orchestra, ambos proyectos ideados por Thomas Beecham y Walter Legge. Destacado empresario londinense, Legge (1906-1979) convocó, para el establecimiento británico, varios de los músicos alemanes que disminuyeron su actividad tras los desmanes de la confrontación bélica. Es así como en 1947 Herbert von Karajan (1908-1989), es nombrado director de la Philarmonia, periodo que consolida su prestigio internacional.
Se cuenta aquí con un disco de enorme influencia y grata recepción entre los cultores del género de la zarzuela, presentes por miles en uno y otro lado del Atlántico, y por cierto también en Colombia. El hecho de que en la fonoteca de RTVC existan actualmente por lo menos seis ejemplares de esta misma grabación de “Los Gavilanes” es, sin duda, indicativo de la enorme popularidad que tuvo tanto la obra como su edición en los años 1950 a cargo del empresario Fernando Montilla, persona crucial en la difusión del género. “Los Gavilanes” fue escrita en 1924 por el compositor Jacinto Guerrero (1895-1951) sobre textos de José Ramos Martín. Esta zarzuela nos sitúa en la realidad histórica de España en la primera mitad del siglo XIX, con conflictos internos que redundaron en la pérdida de sus colonias americanas, y al mismo tiempo una serie de aspectos propios de la cultura iberoamericana, en su cortejo y aspiración socioeconómica, presentes hasta hoy.
Mitos e historias que marcaron el desarrollo e idiosincrasia de la compleja sociedad estadounidense, fueron objeto para las reflexiones que Aaron Copland (1900-1990) planteó de muy diversas formas a través de su creación musical. Una noción de identidad algo pintoresca, se retrató durante los años 1930 con obras como su célebre ballet “Billy the kid”, cuya trama apela a un tema recurrente en diversos medios a lo largo del siglo XX, como lo fue el de las truculentas aventuras del oeste. Estrenado en 1938, “Billy the kid” mantiene su vigencia gracias a los continuos montajes realizados en las temporadas norteamericanas. De manera posterior el compositor elaboró una suite orquestal que él mismo se encargó de grabar para esta celebrada publicación discográfica del año 1970.
La interpretación del clavecín, circunscrita a labor de selectos especialistas al despuntar el siglo XX, encontró un mayor número de exponentes en la generación que sobrevino a la figura de Wanda Landowska (1879-1959). Igor Kipnis (1930-2002) es recordado tanto por su interés en la sonoridad del instrumento original como por su versatilidad interpretativa, volcada en una sorprendente cifra de discos que supera las 100 publicaciones. A la par con las obras de los siglos XVII y XVIII, incluyó en su repertorio curiosas adaptaciones para clave del repertorio pianístico, del jazz y la música popular. Kipnis fue un gran propulsor de la relativa popularidad con la que hoy cuenta la sonoridad del clavecín. Más que ilustrativa resulta la estética pop de la carátula utilizada para esta publicación de 1976.
Aquí se encuentra una ilustrativa grabación del estilo interpretativo desarrollado en los años centrales del siglo XX, para el clavecín, en particular, y la llamada música antigua, en general, dentro del surgimiento de la HIP (historically informed performance). Se trata de las “Variaciones Goldberg” BWV 988, a cargo del célebre Gustav Leonhardt (1928-2012), grabadas en 1953. Sobre los pasos de Wanda Landowska, sin ser su discípulo directo, Leonhardt profundizó la concepción historicista del repertorio en aspectos básicos como su mismo instrumento, de marca Neupert, un paso adelante frente al clavecín Pleyel de Landowska. Si bien es una sonoridad que actualmente tampoco se reconoce como propia del clavecín canónico, fue un marcado avance.
En la figura de Béla Bartók (1881-1945) se conjugan el espíritu vanguardista europeo característico del temprano siglo XX y los alcances logrados en el estudio y sistematización de prácticas musicales tradicionales del contexto campesino. Entre uno y otro aspecto, su obra sienta un paradigma a partir del cual se emanciparon fuerzas creativas alrededor del mundo. Del año 1955, se presenta aquí una importante grabación del “Concierto para Orquesta” Sz.116, obra tardía escrita en 1943 tras la comisión realizada por Serge Koussevitzky, por sugerencia del propio Fritz Reiner. Motivado por las difíciles circunstancias que tuvo Bartók en los años finales de su vida, Reiner suma esta a una serie de acciones tendientes al mantenimiento del compositor en la palestra musical, durante el exilio voluntario que tuvo en los EE.UU tras la ocupación alemana de su Hungría natal.