Cultura y sociedad | Señal Memoria

Cultura y sociedad

Colección que agrupa los documentos relacionados con temas de interés general, expresiones artísticas, manifestaciones y producciones culturales originadas por los diferentes tipos de poblaciones en el país.

Aram Khachaturian (1903-1978), compositor armenio, se especializó en producir obras inspiradas en la cultura y tradición musical del terruño. Particularmente célebres son sus ballets Gayaneh (1942/1957) y Espartaco (1954).

Esta impactante carátula muestra de fondo la derruida ciudad de Leningrado (San Petersburgo) durante el sitio que el ejército alemán impuso por cerca de tres años entre 1941 y 1944. En primer plano se encuentra el compositor soviético Dmitri Shostakovich (1906-1975) con un legítimo atuendo de bombero, labor que ejerció como voluntario durante el inicio de aquellos dramáticos 872 días. La historia de la Sinfonía No. 7 en Do mayor op.60, es la de una obra que responde al rechazo del compositor hacia todo tipo de totalitarismo y opresión, independiente del debate generado en torno a la relación directa o no entre la escritura de la música y la tragedia de Leningrado, que le da su nombre. La “Sinfonía Leningrado” fue terminada el 27 de diciembre de 1941, a tres meses de haberse iniciado la invasión.

Lotte Lenya (1898-1981) fue reconocida por el carácter expresivo, desgarrado y expresionista de su voz, que entrado el siglo XX, hizo un corte tajante con la tradición académica del Lied centro europeo. Sus interpretaciones fueron un aporte fundamental a los cánones estéticos contemporáneos, como punto de inflexión para otro tipo de tradiciones musicales, particularmente aquellas del cabaret y el vaudeville, presentes solo en la periferia fonográfica hasta la entrada de las obras de Kurt Weill (1900-1950), compositor alemán y esposo de la cantante austriaca. El ballet cantado “The seven deadly sins” (Siete pecados capitales) se estrenó en París en 1933, año en que Lenya y Weill se separaron luego de siete años de matrimonio. Tras emigrar a los EE.UU en 1935, la pareja se reconcilió hasta la muerte del compositor. Esta grabación, con textos originales en alemán de Bertolt Brecht, fue publicada en 1957.

Alfred Deller (1912-1979), formado en la más estricta tradición coral británica, tuvo la particularidad de convertir el falsete en opción profesional.

Hasta los años 1980, el “Adagio en Sol menor” atribuido a Tomaso Albinoni (1671-1751), apareció con frecuencia en antologías de música barroca de todas las índoles. Desde entonces fue trascendiendo poco a poco que esta obra era solo parcialmente del italiano. Durante el mandato de Mussolini, en esa suerte de resurgimiento tardío de la cultura italiana, se le encomendó al compositor Remo Giazotto (1910-1988) una serie de ediciones sobre fragmentos musicales de Albinoni, entre los cuales halló una frase que le inspiró la confección del “Adagio”. Se hizo tan célebre la partitura que vino a conocerse como “Adagio de Albinoni”, para ser usado en diversas formas de entretenimiento. En cuanto se supo que tenía no tanto de Albinoni como de Giazotto, dejó de figurar. Esta representativa versión de 1978, cuenta con la dirección de Karl Münchinger (1905-1990), influyente director desde los años centrales del siglo XX, en particular por su repertorio barroco y clásico temprano.

La “Sinfonía de los juguetes”, (Casación en Sol mayor para juguetes, 2 oboes, 2 cornos, cuerdas y continuo) fue atribuida hasta hace una treintena de años en numerosas carátulas de discos, a Franz Joseph Haydn (1732-1809). Ya desde mitad de siglo XX, no obstante, se revelaron serios indicios de que detrás de su factura estaba, no Haydn, sino un compositor más discreto: Leopold Mozart (1719-1787), hecho que más adelante también se puso en duda. Entre una y otra cosa, la obra perdió su recurrencia y se limitó a las grabaciones realizadas con criterios historicistas, sin la frescura y el desparpajo que solía tener. Célebre fue la interpretación coordinada por la pianista británica Myra Hess (1890-1965) en la National Gallery de Londres, durante los intensos bombardeos de la Luftwaffe en la Segunda guerra mundial. A falta de poder hacer algo más, los músicos interpretaron la Sinfonía con el instrumento que no les correspondía, para burlar irónicamente, más que al público, la desesperada situación. La versión aquí expuesta, a cargo del connotado director francés Roberto Benzi (n.1937), data de los años 1960.

Jascha Heifetz (1901-1987), Artur Rubinstein (1887-1982) y en menor medida Gregor Piatigorsky (1903-1976) fueron, cada uno en su instrumento, consumados artistas y referentes absolutos de la interpretación de música clásica en el siglo XX. Los tres conformaron un trío célebre por los jugosos dividendos alcanzados fundamentalmente en el mundo del disco, dado que sus apretadas agendas como solistas les impedían hacer giras juntos con la frecuencia que un cuantioso público hubiera deseado. Algunos de los escasos conciertos llegaron a reportar audiencias de 8000 personas. Radicados en Hollywood, fueron conocidos como “El trío del millón de dólares”. Dentro de sus más afamadas grabaciones, se incluye esta del año 1950, con el prestigioso sello “RCA Victor – Red label”.

Sviatoslav Richter (1915 - 1997), se caracterizó por un rechazo a la exposición mediática de la que inexorablemente fue víctima luego de trascender la frontera soviética en 1960. Aún así, mantuvo hasta sus últimos años de vida un constante recelo por su privacidad, lo que hizo de él un ser tan imprevisible como admirado. Su manera discreta de vivir, se expresa en las múltiples grabaciones y memorables conciertos, que son a su vez una muestra brillante y refinada del modelo soviético del artista.

Para el periodo comprendido entre mayo y noviembre de 1961, el disco “Corazón del concierto de piano” ocupó el lugar 12 del Top 50 de los discos más vendidos de música clásica de la revista Billboard. RCA Victor lograba así su cometido, al realizar una compilación de “grandes éxitos”, con un particular y llamativo diseño que congeniaba por completo con la excéntrica figura de Artur Rubinstein (1887-1982), amante tanto del piano, como de la buena vida: catador de vino, fiestas memorables por sus refinados platos, intachable elegancia e incuestionable éxito en el ámbito mercantil de la música, con lo que respaldó una codiciada forma de vivir.