Cultura y sociedad | Señal Memoria

Cultura y sociedad

Colección que agrupa los documentos relacionados con temas de interés general, expresiones artísticas, manifestaciones y producciones culturales originadas por los diferentes tipos de poblaciones en el país.

Narciso Yepes (1927-1997), junto a Andrés Segovia (1893-1987), es recordado como la figura más gloriosa de la guitarra clásica española. Fue inspirador de buena parte de la obra para guitarra de Joaquín Rodrigo (1901-1999) y de otros tantos creadores de lenguajes modernos para dicho instrumento durante el siglo XX. Al mismo tiempo, tanto Yepes como Segovia, se encargaron de construir un estilo particular de la obra de Bach, distante de las actuales interpretaciones con criterio historicista, pero elocuente al momento de expresar la percepción de la guitarra como universo sonoro de colores y matices. En ese sentido, fue muy atractivo el uso que Yepes le dio a la guitarra de 10 cuerdas, modalidad del instrumento indisolublemente asociada a su carrera.

Con el advenimiento del Long Play (LP) (1948), la guitarra alcanzó representatividad en el ámbito de la música clásica, lo que se reflejó en una mayor difusión de su repertorio, además de la curiosidad e indagación en otros sonidos cercanos, propios de aquellos instrumentos que le antecedieron, como es el caso del laúd o la tiorba. Indiscutible virtuoso, Julian Bream (1933) fue un influyente intérprete, estandarte en la escuela inglesa de interpretación de la guitarra, tanto por el encargo de nuevo repertorio como por la investigación en las glorias del pasado, como es el caso de John Dowland (1563-1623). Este disco, grabado en 1956, es el debut de Bream en el sello Westminster, acreditado por la alta fidelidad de sus grabaciones. Posteriormente se reeditó con el sello His master voice (HMV). Así mismo, su contenido y la imagen juvenil de la portada se usaron para el disco “Julian Bream plays Dowland and Bach” de Deutsche Grammophon (2008).

Sir George Solti (1912-1997), nacionalizado británico en 1971, nació en Budapest, capital húngara. Su obra como director, de especial renombre en el campo operístico, también lo fue en el campo orquestal, con prestigiosas interpretaciones de la obra de su compatriota Béla Bartók. Como resultado de esa cercana relación, se cuenta con grabaciones de referencia como esta, del año 1955, registro de la “Música para cuerdas, percusión y celesta” (1936), junto a la Suite “Háry János” (1926), de su coterráneo Zoltan Kodály. Aunque en el albor de su carrera como director, Solti no fue del agrado de los productores de Decca y London Records, su enorme talento se refleja en los más de 30 premios Grammy obtenidos, la mayor cifra alcanzada en la historia de tal reconocimiento.

Los directores húngaros Ferenc Fricsay (1914-1963) y Georg Solti (1912-1997), al lado de otros dos coterráneos, Fritz Reiner (1888-1963) y Antal Dorati (1906-1988), constituyeron cuatro artistas de indisputada referencia en un amplio horizonte, desde el clasicismo temprano hasta la música de mediados del siglo XX. Cada uno tuvo un repertorio especial con celebradas interpretaciones de Beethoven. Aún así, quien hizo de este compositor una de sus especialidades mayúsculas fue Ferenc Fricsay. Su interpretación de la Novena Sinfonía “Coral”, lejos de ser la más famosa, ha sido estimada como la mejor grabación.

El pianista italiano Maurizio Pollini (1942) es depositario de una notable capacidad interpretativa que le ha permitido trasegar con propiedad y reconocimiento desde la obra de Bach hasta la experimentación del siglo XX. Durante los años 1960 y 1970, fue reconocido además por su activismo político de izquierda. En el mismo periodo en que colabora con Luigi Nono para la obra “Como una ola de fuerza y luz” (1972), lamento por el asesinato del activista chileno Luciano Cruz, realiza grandes producciones en el campo discográfico como esta del año 1971, punto de partida para la fructífera relación establecida con Deutsche Grammophone.

Desde su adolescencia, Vladimir Ashkenazy (1937) empezó a figurar de manera estelar en importantes festivales de piano.

Laurence Cecil “Larry” Adler (1914-2001) tuvo por costumbre grabar repertorio clásico, aunque desde un instrumento absolutamente atípico para tal fin, como lo es la armónica. Aún así, Adler no solo fue un virtuoso, sino que por lo mismo, supo hacer inteligentes adaptaciones del repertorio clásico y comisionar obras a compositores reconocidos. Ninguna de estas fue célebre, salvo un idilio compuesto por Ralph Vaugham Williams.

Ciertos instrumentistas desafían las habituales clasificaciones del establecimiento musical. Benny Goodman (1909-1986), clarinetista recordado como “El Rey del Swing”, durante los mismos años 1930 y 1940, también fue cultor del repertorio clásico. Éste músico estadounidense supo aprovechar las múltiples posibilidades que daba el fervor creativo de entonces para comisionar obras de consagrados compositores como Igor Stravinsky o Béla Bartók. A la par se dedicó a la interpretación y grabación del repertorio escrito en el pasado para su instrumento. Particularmente fueron de su interés los Conciertos para clarinete de Mozart y Weber y el Quinteto para clarinete de Brahms.

Decano de los chelistas en el siglo XX, el catalán Pablo Casals (1876-1973) tuvo contacto con la obra de Bach en una etapa madura de su vida. Redescubrió por ejemplo las seis Suites para Chelo Solo, que grabó por primera vez en lo que se pensó sería un desastre financiero para EMI. Como director, es significativo el papel realizado a la cabeza del Festival de Prades, población ubicada en los Pirineos franceses donde Casals se exilia en protesta por el golpe de estado de Franco. A instancia de la pianista británica Myra Hess, preside allí un importante festival conmemorativo del bicentenario de la muerte de Bach. En 1950 se desarrolla el evento, cargado en su programación de grandes estrellas de la música clásica. Este disco reúne grabaciones de concierto bajo la dirección de Casals.