Francisco, el papa jesuita: un legado espiritual y político

Francisco, el papa jesuita: un legado espiritual y político
Publicado el Mar, 06/05/2025 - 10:30 COLOMBIA Y EL MUNDO
Francisco, el papa jesuita: un legado espiritual y político

Cuando en marzo de 2013 Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa, el mundo asistió a un hecho sin precedentes: por primera vez en la historia, un jesuita asumió el pontificado. Fundada en 1540, la Compañía de Jesús promovió desde sus orígenes una posición de reserva frente a los cargos eclesiásticos de poder. San Ignacio de Loyola, su fundador, estableció en las Constituciones que un jesuita no debía aspirar a ser obispo y, si era propuesto, debía hacer todo lo posible por rechazar el nombramiento. En el siglo XVI, ocupar una diócesis implicaba ejercer un poder político y económico que contradecía el espíritu misionero y pedagógico de la orden.

Por eso, la elección de Bergoglio fue una anomalía histórica. Como lo recuerda el padre Jorge Enrique Salcedo Martínez —jesuita, historiador y doctor por la Universidad de Oxford—, el nombramiento de Francisco fue vivido dentro de la Compañía con asombro y alegría. No aparecía entre los favoritos del cónclave, no encabezaba las quinielas periodísticas, pero encarnaba una sensibilidad espiritual profundamente sintonizada con los desafíos del tiempo presente. Su pontificado, asegura Salcedo, lleva “el sello jesuítico”.

Esa marca se expresó desde el principio: eligió llamarse Francisco, en homenaje al santo de Asís, símbolo de la pobreza, la fraternidad y el diálogo con la creación. Pero también se manifestó en su visión del mundo, en sus prioridades pastorales y en su manera de hablar de Dios desde los márgenes.

La espiritualidad ignaciana en el corazón del pontificado

“El papa Francisco habla como un jesuita”. Y eso no es solo una cuestión de estilo, sino de fondo. Su lenguaje, sus gestos, sus decisiones están impregnados por los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, núcleo formativo de toda vocación jesuita. Allí se enseña a contemplar el mundo tal como es, con sus luces y sus sombras, para descubrir cómo Dios actúa en medio de la historia.

Salcedo identifica tres elementos centrales de esa espiritualidad que marcaron el pontificado de Francisco. Primero, el discernimiento: “mirar los fenómenos humanos como son”, para que las personas puedan encontrarse con Dios. Segundo, una opción preferencial hacia los más pobres y vulnerables, que nace de la experiencia concreta con los excluidos. Y tercero, una visión antropológica esperanzada: una espiritualidad cristocéntrica, centrada en la dignidad irrenunciable de cada persona.

Esa espiritualidad no se quedó en los documentos. Se hizo cuerpo. En Colombia, en Roma, en Lampedusa, Francisco abrazó niños enfermos, migrantes, víctimas de la guerra. “Son imágenes impactantes. Imágenes que han quedado grabadas en el corazón”. Es el gesto del “alter Christus”: no el papa como figura lejana, sino como rostro del Cristo que camina entre los demás.

La paz de Colombia en su corazón

El legado del papa Francisco: Jorge Enrique Salcedo Martínez. (2025). Bogotá D.C. Archivo Señal Memoria, documento sin catalogar.

Cuando Francisco visitó Colombia en 2017, el país vivía un momento de frágil esperanza. El Acuerdo de Paz acababa de firmarse y la sociedad estaba atravesada por la incertidumbre. Uno de los aspectos clave de su visita fue su sensibilidad con la realidad colombiana. Antes de ser el papa Francisco, vino muchas veces como arzobispo; venía muchísimo al CELAM —Consejo Episcopal Latinoamericano— y ahí conocía la problemática de Colombia. El CELAM es el organismo que reúne a los obispos de la región y ha sido un espacio clave de reflexión pastoral y compromiso social para la Iglesia del continente.

“Él decidió dar ese primer paso de venir, de acompañarnos, animarnos en ese proceso, y dar una voz de aliento, escuchar, estar acá, a las víctimas de un lado y de otro”. Para Salcedo, su presencia fue un impulso espiritual, pero también una interpelación política. Fueron cuatro días de reflexión, de un llamado a la paz, a la concordia, a buscar una paz duradera. En un momento donde la violencia se agudiza nuevamente, insiste: “Tendríamos que volver a esa experiencia, a escuchar su voz de pastor de esperanza”.

“No se dejen robar la esperanza”: el mensaje a los jóvenes

 

El legado del papa Francisco: Jorge Enrique Salcedo Martínez. (2025). Bogotá D.C. Archivo Señal Memoria, documento sin catalogar.

Entre las frases más recordadas de su visita a Colombia está una dirigida a los jóvenes: “¡No se dejen robar la esperanza!”. No fue una expresión decorativa, sino una exhortación ética: seguir creyendo que es posible transformar el país. “Volemos alto”, les dijo, invitándolos a imaginar futuros más justos.

Salcedo ve en esas palabras un llamado a construir otra forma de presencia estatal en los territorios: no represiva, sino educativa, comunitaria, transformadora. La esperanza, en este sentido, no es pasiva: es resistencia frente a la desesperanza instalada.

Un liderazgo global frente a las injusticias del mundo

 
 

El legado del papa Francisco: Jorge Enrique Salcedo Martínez. (2025). Bogotá D.C. Archivo Señal Memoria, documento sin catalogar.

Durante su pontificado, Francisco asumió posiciones claras frente a las grandes crisis globales. Su encíclica Laudato Si’ propuso un cambio radical en la relación con la “casa común”, y su carta Fratelli Tutti llamó a construir una fraternidad universal desde la justicia social.

“La sensibilidad del papa frente al medioambiente es una búsqueda de preservar la casa común”, explica Salcedo, quien destaca su encuentro con los pueblos originarios de América: primero en Roma y luego en Bolivia. “Pidió perdón por todo lo que significó la primera conquista… y les habló de la importancia de encontrar formas juntos de cuidar el planeta”. Esa preocupación ha sido central en procesos como el Sínodo de la Amazonía.

También fue contundente en su postura frente a la crisis migratoria. Ha sido muy claro con los países: hay que ser muy solidarios. En Roma, movilizó casas, refugios, espacios para acoger a los migrantes. El papa movilizó todo para que pudieran sentirse acogidos.

Y todo ello sin perder de vista lo espiritual: “Una cercanía especial con los movimientos sociales. Un respeto profundo por la dignidad humana. Una mirada cercana que nace de una experiencia de Dios”.

El compromiso social de la Iglesia en América Latina

Francisco dialoga con la tradición de compromiso social de la Iglesia en América Latina, pero desde una perspectiva propia. Su referencia principal no es la teología de la liberación, sino la teología del pueblo, nacida en Argentina con el jesuita Juan Carlos Scannone. Recupera la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, la religiosidad popular, las devociones. Y él representa esa corriente.

Salcedo recuerda que Francisco estuvo siempre presente en los procesos del pueblo: “Fue el cura del pueblo. Acompañando procesos espirituales y materiales”. Y como papa, asumió esa sensibilidad con naturalidad: sin dogmas, sin titubeos. “Dio un espaldarazo al movimiento social que ha sido muy auténtico. Y le incorporó la dimensión del Espíritu”.

Un legado vivo: entre la misericordia y el discernimiento


 

El legado del papa Francisco: Jorge Enrique Salcedo Martínez. (2025). Bogotá D.C. Archivo Señal Memoria, documento sin catalogar.

¿Qué lugar ocupa Francisco en la historia de la Iglesia? Para Salcedo, su pontificado “es la puesta en práctica del Concilio Vaticano II”. Representa una Iglesia que “está cerca de la gente, que mira el mundo con misericordia y acompaña, no con juicio”.

Deja un legado espiritual y pastoral: “una Iglesia más cercana, más sencilla, un refugio espiritual”. Un lenguaje que no se borra: el de la misericordia, el del discernimiento, el del encuentro. “El nuevo papa debe tener ese carisma para acercarse al mundo, a los jóvenes, a los niños, a las mujeres, a los hombres, a los migrantes. Y ese es un reto que la Iglesia tendrá que discernir”.

Francisco no solo ocupó el trono de Pedro. Ocupó un lugar en el corazón de los pueblos. Su legado no está escrito en piedra, sino en caminos abiertos. Caminos que hoy nos toca seguir.

Por: Laura Vera Jaramillo

Fecha de publicación original Mar, 06/05/2025 - 10:30