Las villanas que amamos odiar | Señal Memoria

Las villanas
Publicado el Mié, 22/03/2023 - 10:00
Las villanas que amamos odiar

Las villanas se oponen a las heroínas. Las odiamos y, quizás, es lo que buscan. Amamos odiarlas y en ese sentimiento podemos encontrar una contradicción que nos invita a explorar más hondo. ¿Qué hace que una mujer sea una villana? ¿Y qué podemos aprender sobre nosotros al verla en la pantalla? En esta ocasión, nos concentramos en grandes villanas de la televisión colombiana, como Julia Calderón de Señora Isabel, Camila Brown de Los Cuervos y Tita de La Historia de Tita, para cuestionar el concepto mismo de villana, entender de dónde viene y reflexionar sobre su uso y abuso.


Las odiamos, pero las amamos. Las odiamos y las amamos. Las odiamos porque las amamos. Y, si no, al menos amamos odiarlas. Es una sensación parecida a la de ese picante que te hace sufrir y, a la vez, es placentero, o esos golpes que te hacen reír del dolor. Frente a los monolitos de los héroes de moral sólida, las villanas —si bien aplica también para los villanos, hoy nos vamos a centrar en las mujeres— presentan matices morales, se erigen como nuestra sombra, proyectan lo que rechazamos y lo que no queremos ver de lo que somos. Como exclama Tony Montana en Scarface, necesitamos a las villanas para señalarlas como las malas y poder estar más tranquilos. Detrás de ese gusto por señalarlas están nuestros miedos y, a lo mejor, un deseo vergonzante de ser ellas. 

Según “What makes Voldemort tick? Children's and adults' reasoning about the nature of villians”, un estudio de la publicación científica Cognition, tanto los niños como los adultos encuentran cualidades positivas en las villanas con mayor frecuencia de la que identifican características negativas en los héroes. Esto, según los autores Umscheid et al., habla de la percepción de un desajuste entre las conductas exteriores de los villanos y su verdadera esencia interna, una brecha mayor que la que existe en los héroes. En otras palabras, son personajes más complejos, y, por eso, fascinantes. 

Quizás este es un buen momento para señalar que la palabra “villana” viene del latín “villanus”, una suerte de clase media que no pertenecía a la nobleza, pero tampoco al proletariado: atrapadas en la mitad, las villanas eran señaladas desde arriba y desde abajo, estigmatizadas ¿Acaso todo este tiempo las hemos malentendido? Si avanzamos en el tiempo, llegaremos a la época en la que “villana” era la que habitaba el campo y lo trabajaba, por lo que el significado negativo también podría venir de una exclusión similar a la del concepto de “bárbaro”, que le atribuye cualidades negativas al extranjero. Ser villana es ser la otra, no hacer parte del nosotros bueno, ser una paria. 

Si hablamos de villanas icónicas podemos pensar en Cruella de Vil, Jadis y Cersei Lannister, y en todas las rabias que nos hicieron pasar. Como explica Elyse Martin en Electric Literature, muchas veces las mujeres son villanas porque no encajan en el extremo idealizado de María virginal. Pero no tenemos que irnos a Narnia o a King’s Landing para encontrar a estas villanas que no caben en la caja de la virtud doméstica. Basta con prender la televisión colombiana, o recorrer sus memorias de archivo, para toparnos con villanas maravillosas, villanas que nos abren la puerta para reflexionar sobre el concepto de villana y, finalmente, criticar la forma en que se aplica a las mujeres. Y, después de todo, como señala Hanna Woodside en Cosmopolitan, es más divertido para las actrices interpretar a una villana que cualquier otra cosa.

En Señora Isabel —una serie colombiana de 1993 dirigida por Alí Humar que marcó su época con sus reflexiones sobre la vida de las mujeres, su sexualidad y su relación con las expectativas que de ellas tenían la sociedad, los hombres e incluso las mismas mujeres—  Teresa Gutiérrez interpreta a Julia Emma Calderón Vda de Domínguez, la madre de la protagonista Isabel Domínguez Calderón de San Martín, interpretada por Judy Henríquez. Desde el primer episodio de la serie, en una conversación con su hija, queda claro cuál es la visión de la vida de doña Julia: una visión conservadora que ubica a la mujer en el ámbito doméstico y privado, que se adapta a lo que su esposo requiere. Postulados como este hacen de ella un personaje con tonos villanescos, reacia al cambio y a la libertad para Isabel; sin embargo, sus palabras sólo expresan la moral de su época.

Humar, Alí (1993). Señora Isabel [Capítulo 01, diciembre 07 de 1993]. Bogotá: Producciones Coestrellas. Archivo Señal Memoria, BTCX60-062058


También dirigida por el gran Alí Humar, Los Cuervos (1984-1986) ofrece una villana más explícita. En esta historia, —que retrata los días de los Olmedo, una familia de clase alta que cuyos secretos, al revelarse, llevan a una tragedia— Camila Brown Vda. De Rottman, interpretada por Betty Rolando, es una mujer adinerada que no tiene escrúpulos a la hora de hacer lo necesario para conseguir lo que quiere, incluso si tiene que quitarle la vida a alguien. Pero su maldad se expresa también en situaciones cotidianas, como cuando insulta y humilla a Narcisa Olmedo, interpretada por Delfina Guido. Este choque de pesos pesados de la televisión colombiana captura a Camila en todo su esplendor como ese personaje elegante y detestable, que canaliza las contradicciones que nos genera como audiencia una villana como esta.

Humar, Alí (1986). Los Cuervos [Capítulo 65, marzo 10 de 1986]. Bogotá: RTI Producciones. Archivo Señal Memoria, VR-BTCX60-070310. 


Finalmente, La Historia de Tita nos enfrenta a las condiciones de las que surge una villana. Esta serie, dirigida por Pepe Sánchez, abre con Tita en la cárcel. Desde el primer episodio, entonces, está privada de su libertad por haber violado la ley, es la definición de una villana que enfrenta las consecuencias de sus actos. Ah, pero no es tan sencillo, porque la serie nos invita a ver la estructura de posibilidades que hizo a Tita y nos lleva a su niñez; así entendemos de dónde viene, por qué es así. Y aunque un primer impulso puede ser absolverla y verla como una víctima de su madre, la verdadera villana, quizás ésta también nació en una estructura sin futuro. Las preguntas inteligentes que plantea La Historia de Tita relativizan incluso la misma noción de villana, y nos hacen enfrentarnos a una pregunta tan dura como clave: ¿acaso, si estuviéramos en su lugar, haríamos otra cosa?

Sánchez, Pepe (1987). La Historia de Tita [UMT-221096 CLIP 1]. Bogotá: Tevecine. Archivo Señal Memoria, UMT-221096 CLIP 1.


Autor: Santiago Cembrano

 

logo mintic

Fecha de publicación original Mié, 22/03/2023 - 10:00