
Ficha Técnica
Cada 10 de septiembre recordamos el natalicio del cineasta, actor y autor Carlos Mayolo (1945-2007), quien dejó una huella profunda en la historia y el patrimonio audiovisual, no solo colombiano, sino también latinoamericano. Nació en Cali y desarrolló su obra cinematográfica dentro del reconocido Grupo de Cali, o Caliwood, junto con Andrés Caicedo y Luis Ospina. Juntos propusieron una nueva manera de narrar en escenas, guiones y pantallas las historias de nuestra región. Así, el legado de Mayolo resuena en cada proyección y en cada debate del cine colombiano, marcado por su particular identidad.
Como director, Mayolo fue atrevido y creó una nueva estética cinematográfica: el Gótico Tropical, una mezcla entre crítica social, erotismo y escenarios cargados de misterio que no necesariamente derivaban en terror. Obras como “Carne de tu carne” (1983) y “La mansión de Araucaíma” (1986) ejemplifican cómo se atrevió a representar un Valle del Cauca diverso, donde los secretos morales y sociales se transforman en guiones cargados de sensualidad, sombras y tensiones políticas. La “pornomiseria”, concepto que acuñó junto a Luis Ospina en “Agarrando pueblo” (1977), marcó un punto crítico en el cuestionamiento a la explotación de la pobreza en el cine.
Pero Mayolo no fue solo director, también fue actor, brillando en grandes y transgresoras historias de la televisión nacional. No resulta extraño que hiciera parte de una producción como “Los pecados de Inés de Hinojosa" (1988), dirigida por Jorge Alí Triana, una historia donde, por costumbre en sus participaciones actorales, se exaltó el misterio y la sexualidad. Allí encarnó al controvertido Lope de Aguirre, “El Tirano” o “El Loco”, un conquistador vasco que desafió a la Corona española en el siglo XVI. El delirio actoral de Mayolo fue determinante en la representación de un Aguirre visionario y brutal. Apenas fueron dos minutos en pantalla, en el primer capítulo del seriado, pero bastaron para representar la fiebre de un hombre extasiado que encabezó la rebelión de los marañones en el Amazonas que se aventuraron a buscar “El Dorado”. Todo un personaje de la América colonial. La producción fue un éxito televisivo que causó revuelo y fascinación. Allí no solo brilló el erotismo —medido y “desmedido”— de dos mujeres que se besaron, sino también la capacidad desbordada de Mayolo, cuyo Lope de Aguirre encajaba de manera perfecta en la trama histórica.
La conmemoración del natalicio de Carlos Mayolo no es solo un homenaje a su memoria: es también la oportunidad de reconocer a un creador que se atrevió a desafiar los límites de toda una industria. Su obra es un diálogo indescifrable entre lo popular, lo gótico, lo político y lo erótico: un sentimiento profundamente humano. Es, además, un dispositivo de la memoria audiovisual. Su actuación en Los pecados de Inés de Hinojosa permanece como una joya del patrimonio colombiano y un recordatorio de que el arte en pantalla puede ser irreverente, profundo, desenfrenado y cuidadoso, tal como lo soñaron Jorge Alí Triana y la grandeza actoral del recordado Mayolo.
Por: Juan David Alfonso