Ficha Técnica
Hace un poco más de un siglo el poeta Hermann Hesse escribió: “Un árbol dice: en mí se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna”. Aquella frase refleja la esencia de los árboles, la que muestra que su existencia no se limita a sí mismos, sino a la de los demás seres. Son ellos los que producen oxígeno, limpian el aire, regulan la temperatura del suelo, evitan la erosión, captan agua y más.
La presencia de los árboles atrae vida, pues generan hábitats propicios para diversas especies de flora y fauna. Son vitales para nuestro planeta y luchan por su pervivencia en aquellos espacios de los que han sido expulsados por la formación de ciudades.
El frenesí por las metrópolis, por formas de vida agitadas y ligadas a las nuevas tecnologías ha hecho que los árboles sean olvidados como ejes de sentido. Ya no son santuarios, como lo pensaba Hesse. Pese al olvido, las poblaciones los continúan necesitando, ya que los árboles pueden contribuir a absorber gases contaminantes, a enfriar el aire y a mejorar la salud de las personas. Sus raíces, troncos, ramas y hojas hablan sobre el pasado y permiten imaginar futuros.
Explora también: La palma de cera del Quindío: El árbol Nacional de Colombia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado que debe haber por lo menos un árbol por cada tres personas en las ciudades. Según el Jardín Botánico, en Bogotá existen 1.403.723 en el perímetro urbano, cifra que no alcanza a cumplir con los lineamientos de la OMS.
En Medellín y Barranquilla hay más de 600 mil, mientras en Cali se tiene registro de 300 mil. En el Día del Árbol recordamos la importancia de estas plantas en las urbes por medio del siguiente fragmento de la serie Dejémonos de Vainas de los años noventa.
Por: Laura Lucia González
