Publicado el Jue, 20/10/2022 - 10:00

Pasajes y centros comerciales de Bogotá

Archivo Señal Memoria de RTVC. Diseño gráfico: Karen López para Señal Memoria de RTVC

Los pasajes comerciales, antecesores de los centros comerciales, comenzaron a construirse en Bogotá a finales del siglo XIX. Algunos de los más populares fueron el Pasaje Hernández, enfocado en bienes importados y de lujo, y el Pasaje Rivas, que adquirió la fama de punto de venta de artesanías y manufacturas populares. A partir de la década de 1950 abrieron sus puertas los almacenes de cadena y las tiendas de departamento como Tía, ONLY y SEARS. Pero no fue sino en 1976 cuando fue inaugurado el primer centro comercial moderno: Unicentro. A partir de entonces, proliferaron los centros comerciales con todo tipo de productos a la venta y dotados con las mayores comodidades para el consumidor.


El inicio del siglo XX recibió a Bogotá con propuestas modernas en lo urbano, lo social y lo comercial. Una de ellas fueron los pasajes comerciales, antecesores de los centros comerciales que hoy en día visitamos para comprar, pasear y disfrutar. 

Los pasajes comerciales

Son lugares que concentran locales comerciales en un espacio, usualmente un callejón que conectaba una calle o carrera con el interior de la manzana. La nueva organización urbanística que venía adquiriendo la ciudad y que permitió la formación de callejones al interior de las manzanas, propiciaba espacios comerciales que reunían ventas de manufacturas nacionales e importadas. 

El aumento del comercio y el mercado de importaciones trajo la transformación de los espacios comerciales de Bogotá. Las tradicionales plazas al aire libre, lugar de mercados semanales, y pequeños almacenes fueron parcialmente reemplazados por edificios dedicados al comercio, como el edificio del mercado (inaugurado en 1864), edificios comerciales como el Bazar Veracruz (reformado en 1899) y los pasajes comerciales. 

Las galerías parisinas, con sus arcadas y estrechos pasillos, fueron la inspiración de estos pasajes comerciales que servían de punto de comercio y encuentro. En los más prestigiosos, como los pasajes Rivas y Hernández, era común la visita de familias y habitantes que recorrían sus pasillos en busca de artesanías, manufacturas y, en algunos casos, artículos de lujo. 

El Pasaje Hernández

Fue inaugurado en 1893. Ubicado en la actual carrera octava (antaño conocida como carrera Florián) con calle doce, es el asiento de 34 locales distribuidos en dos pisos. Su construcción estuvo a cargo de Marco A. Dávila y Salomón Guht. 

Originalmente el Pasaje Hernández alojaba almacenes de selectos productos como cigarrillos, licores y ropa importada, así como oficinas de médicos y abogados. Un cuarto de siglo después de su construcción, en 1918, a la galería se sumaron, en la misma cuadra, edificios lujosos como el Hernández y el Quintana, en los cuales hubo consultorios y oficinas bancarias. El pasaje, entonces, fue un centro de modernización y estatus de la zona. 

El pasaje aún opera pero sus negocios son distintos. Locales con productos más cotidianos y menos lujosos hacen parte de su paisaje. La serie documental Mirar a una ciudad: Bogotá 450 años, producida por Audiovisuales en 1992, permite conocer un poco más de este lugar en los años noventa y lo reconoce como parte del patrimonio y la historia de la capital. 

Fecha de publicación original Jue, 20/10/2022 - 10:00