Yuruparí: la Colombia profunda en la televisión | Señal Memoria

Yuruparí: la Colombia profunda en la televisión
Publicado el Lun, 15/08/2016 - 19:15
Yuruparí: la Colombia profunda en la televisión

La serie Yuruparí es un documento clave para la historia de las poblaciones y de la realización documental en el país.

La reciente restauración de seis de sus capítulos,  es una apuesta por la reactivación de contenidos que apelan a la memoria del patrimonio cultural inmaterial del país, a los saberes y tradiciones que se diluyen, a un concepto de lo propio en constante transformación.

Yuruparí se constituye en un documento de primera mano para el estudio de la historia de la realización audiovisual documental en televisión, y de la representación, memoria e historia de las poblaciones del país a partir de la mediación del lenguaje cinematográfico. La serie es una herramienta para investigadores, educadores y comunidades con intereses, memorias, experiencias e inquietudes cercanas a la historia de las poblaciones y el patrimonio cultural inmaterial en el país.

A partir de una amplia gama de temas, relatos y posiciones acerca de cómo se ha construido el discurso político, iconográfico, corporal y sonoro sobre nuestra herencia indígena, mestiza, afrodescendiente y campesina, la experiencia de ser el espectador de un material de tal contundencia nos invita a subvertir la idea del espectador pasivo por la de uno que cuestione, dialogue y sea crítico con las distintas problemáticas que emergen desde las propuestas audiovisuales de los realizadores de la serie.
 


 

Yuruparí, co producida por Audiovisuales y Focine, fue concebida originalmente por la antropóloga Gloria Triana, pero dirigida por varios realizadores , se emitió entre 1983 y 1986, con  un total de 64 episodios. Esta serie, guardada en la memoria remota de las generaciones espectadoras de televisión de la década de los ochenta, permanece inédita ante los ojos de las generaciones que nacieron después de los noventa. Con este texto quisiéramos precisar algunas de las razones por las que consideramos a Yuruparí como una fuente primaria clave para la historia del país:

 

  1. Investigación y realización documental: El hecho de que gran parte de la serie Yuruparí haya sido registrada en soporte cinematográfico le da una identidad única.  En suma, la serie se destaca por una naturalidad que pocas veces se observa en los registros realizados por directores de cine documental sobre poblaciones contemporáneos a esta producción. Detrás de esta familiaridad con el material, está la investigación rigurosa de quien concibiera el proyecto, Gloria Triana1 , quien antes de iniciar el proceso de realización audiovisual ya llevaba un largo camino recorrido en su trabajo como científica social con las comunidades allí registradas. En este sentido, la presencia de la cámara es algunas veces imperceptible.

 

Aunado a lo anterior, es preciso resaltar que la serie constituye una referencia clave con otras producciones posteriores, todas en el marco de la programadora estatal Audiovisuales: Aluna, también concebida por Gloria Triana y producida por Colcultura, y Travesías, producida por Audiovisuales y realizada por Alfredo Molano y María Constanza Ramirez entre 1993 y 1995. Tanto por su contenido como por el volumen de material producido, Audiovisuales dejó un legado incuestionable en los modos de reflexionar acerca de la definición de la nación colombiana a partir de la imagen en movimiento: La representación de poblaciones antes invisibilizadas en los modos de producción audiovisual colombiana; la revisión y complejización de diversos personajes y eventos que definen nuestra historia cultural y política; y la amplitud de propuestas visuales a partir de los cuales se canalizaron estas inquietudes, se materializaron en más de un centenar de series documentales, magazines, dramatizados y programas educativos y culturales. Todo ello es antecedente innegable a la producción audiovisual que hoy lidera Señal Colombia, por ejemplo.
 


 

  1. Oralidad y Patrimonio Cultural Inmaterial: El capital simbólico de las poblaciones registradas en la serie es uno de sus mayores atractivos. Los protagonistas de los distintos capítulos de Yuruparí son vibrátiles, sonoros, emotivos y corpóreos.  Allí, la relación que las poblaciones tienen con el cuerpo, con la danza o con la música es prueba de la vigencia de una noción de arte que desborda la de cualquier canon occidental y por el contrario, es una fuerza incontenible de creación y contenidos rituales que también son sobrevivientes a los siglos de esclavización e imposición de formas de pensamiento propias del discurso filosófico de la modernidad occidental. El carácter sobrenatural de La marimba de los espíritus, la gaita como una razón de ser en Los gaiteros de  San Jacinto, y la música como  una forma de resistencia, mediada por los cuerpos y las voces de  todos quienes forman parte de la serie, dan cuenta de que detrás de todas las historias contadas hay un legado patrimonial invaluable. Ver Yuruparí nos convierte en afortunados espectadores de toda una iconografía inédita y rica en elementos simbólicos, litúrgicos, y en ocasiones picarescos que conforman el patrimonio cultural inmaterial del país,  pero también nos hace espectadores del despertar de una conciencia política puesta en escena con seriedad y lenguaje crítico. Cabe anotar, además, que en varios de los capítulos de la serie hay un énfasis marcado en el rol de la mujer como custodia de la memoria de las poblaciones.

 

  1. Los conflictos latentes y los conflictos germinales: Es preciso acentuar el momento de la historia del país en el que se registran estos documentales. La presencia de grupos armados en la vida de las poblaciones que aparecen allí no se evidencia, aunque sí la inequidad y la pobreza resultado de la presencia de grandes empresas o del dominio de los terratenientes en los territorios, y la inevitable pérdida de tradiciones y saberes generacionales.  Así, el tejido social y el contexto político se ponen en tensión para un espectador del siglo XXI: descubrimos aspectos de las poblaciones que no conocíamos, y nos preguntamos por otros que asumíamos siempre presentes.
     


 

Son los inicios de los años 80, y el país estaba en la antesala de una crisis de grandes proporciones: el paramilitarismo estaba en un estado germinal, el narcotráfico comenzaba a permear todas las esferas de la vida pública y privada de los colombianos, la guerra sucia contra la oposición apenas comenzaba.  Sin embargo, en Yuruparí el conflicto más evidente es el del choque entre tradición y modernidad,  la entrada de nuevos conceptos y nuevas formas discursivas que influyen en el modo en que las poblaciones se han pensado a sí mismas. Por supuesto, aquí la fuerza mayor la han tenido los cambios propuestos por la Constitución Política de 1991 y por la Ley 70 de 1993, fechas que no alcanzaron a tocar los años de realización de esta serie.


De acuerdo con la investigadora Juana Suarez, de los 64 episodios de la serie, 36 fueron dirigidos por Triana y el número restante por otros directores.


Autora: Luisa Fernanda Ordoñez Ortegón
Fecha de publicación original Lun, 15/08/2016 - 19:15