El 20 de abril es considerado como el Día Mundial de la Marihuana. Esta fecha, 4-20, primero fue una hora, las 4:20 PM, hora en la que unos jóvenes californianos en los 70 buscaron un cultivo de marihuana. No tuvieron éxito, pero la hora se volvió símbolo. En los 70 también tuvo lugar la bonanza marimbera en la que desde el Caribe colombiano salieron toneladas de hierba hacia el resto del mundo, y también fue la década en la que empezó la guerra contra las drogas. Examinamos entonces los discursos que han reflejado los medios públicos frente a las sustancias psicoactivas, cómo han cambiado y cuál es el estado actual de la discusión en materia de drogas.
¿Cuál es la receta de California para ser lo que es? Si le creemos a Kendrick Lamar, rapero de Compton, hay tres ingredientes. Dos de ellos los conocemos por las películas de Hollywood, el clima y las mujeres: imagina la playa de Marina del Rey llena de súper modelos en bikini. Hoy nos queremos en el tercer ingrediente que Kendrick enuncia en el coro de “The Recipe”: la marihuana. Al norte del estado, en San Rafael, un grupo de amigos que se hacía llamar los Waldos se citó para buscar un tesoro una tarde de 1971, luego de encontrar un misterioso mapa dibujado a mano que prometía una fortuna: un gran cultivo de marihuana. La hora exacta de la reunión fue las 4:20 PM, después de la salida del colegio. No lo encontraron, pero en el proceso fumaron hierba hasta hartarse. Puedo imaginarlos, entre risas fáciles, convirtiendo esa hora de salida en un símbolo. Los Waldos, reporta la BBC, empezaron a usar el 420 como seña de identidad.
No fue necesario que pasara mucho tiempo para que la cifra hiciera carrera como un sinónimo de marihuana; ayudó la amistad de los Waldos con la banda de rock Grateful Dead, que lo acogió como propio y lo difundió entre sus seguidores. Así avanzó la historia a través de la cultura canábica alrededor del mundo hasta que llegó al punto en el que estamos hoy: con el 20 de abril, o 4-20, como el Día Mundial de la Marihuana. En casas, parques y plazas hoy se prenderá como si ya fuera legal; o, si no, los brownies felices dirán presente, para un modo más discreto. Hace dos años la ONU reportó que 200 millones de personas consumieron cannabis en el planeta, o sea el 4% de la población mundial, o sea muchísimo. Y el 420 también funciona como una ocasión para que el activismo de esta planta abogue por la regulación y legalización de la marihuana, para uso médico y, sí, recreativo.
En El boom de la marihuana: auge y caída del primer paraíso de las drogas en Colombia, Lina Britto aborda a los marimberos, esa generación temprana de traficantes que durante los 60 y 70 mandó toneladas de marihuana a Estados Unidos. Era la época de la contracultura y el hippismo, aprovechada por estos pioneros antes de que Colombia se estableciera como una potencia en la producción y exportación de cocaína durante los 80. La bonanza marimbera, como se conocen este proceso y periodo, surgió al norte de Colombia, en departamentos como Magdalena y La Guajira; “bonanza”: de inmediato pensamos en abundancia, en exceso, en una droga de moda alrededor del continente y una despensa que podía suplir sin problemas esa demanda. Pero también fue en los 70, en 1971 más precisamente, cuando el presidente de Estados Unidos Richard Nixon le declaró la guerra a las drogas. Así, uno de los primeros objetivos de esta guerra fue esa bonanza marimbera.
Las bonanzas de cultivos ilegalizados —como el de la marihuana y más adelante de coca (luego cocaína) y amapola (luego heroína)— tienen que ver con violencia, con una presencia irregular del Estado, con el hambre. Así lo ilustra este capítulo de Cultivadores de ilusiones, producido por Alfredo Molano, y sus testimonios.
Molano, Alfredo (1997). Cultivadores de ilusiones [Cultivos ilícitos]. Bogotá: Corpos Producciones. Archivo Señal Memoria, BTCX30-038597.
Las premisas de la guerra contra las drogas fueron acogidas cálidamente, replicadas e impulsadas en todo el mundo. De ese gran paradigma global viene buena parte de la actitud prohibicionista y de rechazo absoluto de la ciudadanía colombiana frente a todas estas sustancias durante la segunda mitad del siglo XX; la moral católica y, sobre todo, el impacto destructor del narcotráfico en millones de vidas del país también fueron factores potentes en esta ecuación. Curiosamente, como demuestra el historiador Eduardo Sáenz Rovner en su libro Conexión Colombia: una historia del narcotráfico entre los años 30 y los años 90, a finales del siglo XX los dineros del narcotráfico lo infiltraron todo, al punto de llevar al país a, si no ser completamente un narcoestado, estar en el límite. Quedamos pues, afectados por todos los frentes: sufrimos el daño de la guerra contra las drogas, del narcotráfico y de la plata que entraba de ambas hasta forrar el poder de verde.
Lógicamente, este panorama y estas posturas se reflejaron en los medios de comunicación. A finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, simplemente no había matices: droga = mal, punto. Ni se cuestionaba la noción de “droga”. En 2001, Colombia al día presentó un panel alrededor del consumo de sustancias psicoactivas y los resultados de una encuesta reciente de ese tema. Augusto Pérez, director del Programa Rumbos, que se encargó de la encuesta, explicó algunas de las conclusiones principales. Las palabras de Pérez nos sirven para comprender la posición de la Presidencia de la República, del que Rumbos hacía parte, frente a esta temática. “O sea que hay niños drogadictos”, le propone el presentador a Pérez, cuando éste explica que hay niños que han consumido ciertas sustancias. “Sí, claro que sí”, responde Pérez, sin cuestionar la premisa.
Díaz, Francisco Javier. Colombia al día [Consumo de drogas]. Bogotá: Instituto Nacional de Radio y Televisión. Archivo Señal Memoria, BTCX60-050726.
Frente a esta lógica prohibicionista destaca la actitud de presidentes colombianos como Juan Manuel Santos y Gustavo Petro, que han declarado el fracaso de la guerra contra las drogas y la necesidad de nuevos enfoques. Sí, Ernesto Samper también se manifestó en una línea similar en los 90, pero la diferencia es que, en el caso de Santos y Petro, la comunidad internacional cada vez parece estar más de acuerdo. “Dado el retorno de la sociedad sobre el aumento de veinte veces en nuestro presupuesto de control de drogas, podríamos concluir razonablemente que la guerra contra las drogas ha sido un completo fracaso”, escribió Carl Hart, del departamento de psicología de la Universidad de Columbia, en su libro Drogas para adultos. ¿Y qué tiene que ver el 420 con todo esto? Que los llamados a una actitud distinta frente a la marihuana cada vez calan más y tienen mejores resultados. Parece que la campaña está funcionando.
Para terminar, volvamos a los medios públicos de Colombia para fijarnos en el reflejo de la mentalidad más amplia de la época en temas de drogas, y el cambio profundo frente a lo que pasaba a inicios de siglo. En 2016, para el programa El Atardecer, Luisa Fernanda Piñeros entrevistó a la médica Paola Pineda sobre las propiedades medicinales del cannabis.
Piñeros, Luisa Fernanda (2016). El Atardecer [Marihuana: Una planta medicinal]. Bogotá: Radio Nacional de Colombia. Archivo Señal Memoria, RNDC-DGW-218400-01.
Aun sin entrar en lo recreativo, una entrevista así, imposible quince años atrás, muestra cómo ha cambiado el enfoque. La regulación legal de la marihuana es el horizonte hacia el que se avanza no solo en el Congreso colombiano, sino en los países del mundo que todavía no lo han hecho. Uruguay fue el primero en legalizar su uso recreativo. Portugal, Holanda y algunos estados de Estados Unidos —California incluido, obviamente— hacen parte de esa lista. En este 420 no hay que estar de acuerdo con este camino, pero, por lo menos, hay que considerar la pregunta y tomarla en serio. Es una de las definitivas de las relaciones internacionales en este momento.
Autor: Santiago Cembrano
