Cultura y sociedad | Señal Memoria

Cultura y sociedad

Colección que agrupa los documentos relacionados con temas de interés general, expresiones artísticas, manifestaciones y producciones culturales originadas por los diferentes tipos de poblaciones en el país.

Plácido Domingo (1941) es una de las figuras más favorecidas del mundo actual de la música clásica. Reconocido tanto por su rol como tenor operístico como por sus incursiones en un medio musical más popular; también como director de orquesta e incluso como productor de ópera. En cada uno de estos campos Domingo se ha hecho célebre y hoy en día es una de las figuras mejor pagas en este universo. Este es el Plácido Domingo joven, aún abriéndose camino y su mirada desafiante está muy lejos de ser la del laureado tenor. Aún así, presenta una producción que acredita su versatilidad operística, con extractos que abarcan desde el barroco hasta el verismo italiano: Giulio Cesare (1724), Händel; Don Giovanni (1787), Mozart; Il Duca d’Alba (1839/1882), Donizetti/Salvi; La judía (1835), Lévy Halévy; Luisa Miller (1849), Verdi; Lohengrin (1850), Wagner; Simón Boccanegra (1857/1881), Verdi; Eugene Onegin (1879), Tchaikovsky; Le villi (1884), Puccini; Iris (1898), Mascagni.

Para la grabación de este disco en 1976, el violinista Gidon Kremer (1947) aún se encontraba radicado en su tierra natal. Pocos años después, en 1980, con mayor reconocimiento en Occidente, se radicó en Alemania. Personaje ecléctico, célebre por sus incursiones y la promoción de repertorio contemporáneo, director de una idiosincrática orquesta de cámara que lleva por nombre, “Kremerata Báltica”, músico experimental por una parte y que a la vez constituye un célebre dúo con la pianista Martha Argerich, o un trío con ella y el chelista Mischa Maisky, para girar con programas convencionales. La grabación aquí presentada, además de ser una particular interpretación de Bach, ofrece un Gidon Kremer vestido a la usanza de su juventud, sensiblemente distinto al célebre violinista que encarna los valores de la vanguardia.

Ludwig van Beethoven (1770-1827) tuvo una especial relación con España. Su abuelo era flamenco, situación que le permitió tener una idea de aquella tierra, aún sin haberla conocido. Algunas de sus composiciones nos ofrecen un Beethoven con los ojos puestos en la Península, desde la ópera “Fidelio” op.72 (1815), hasta pequeñas canciones como “La tirana se embarca” (tiranilla española), “Una paloma blanca” (bolero) y “Como una mariposa” (bolero), incluidas en las 36 canciones populares de diversos países, WoO 158 (1816-1818), escritas por sugerencia de su amigo el editor Thompson, de Edimburgo. Este conjunto de “Canciones españolas” por él armonizadas, adquirió en consecuencia cierta validación pero no suele repararse en que entre las canciones compuestas por Beethoven hay canciones españolas. Son las que aparecen en este particular y muy poco conocido disco.

Se tiene con este disco un repertorio de corte paradójicamente marginal. A diferencia de grandes sinfonías y conciertos, las piezas de cámara aquí incluidas no son el tipo de obras con las que suele recordarse la magna figura de Beethoven. No obstante, hacen parte de lo que fue el grueso de su producción. Haydn, Mozart y Beethoven, paradigmas del canon musical clásico y romántico, fueron músicos que no solo se encargaron de componer el tipo de obras maestras que les inmortalizaron. Buena parte de su tiempo, sino la mayoría, tenían que ganar su sustento con meritorios esfuerzos a cambio de dinero contante y sonante. En el caso de Beethoven, se encuentra un número significativo de obras para instrumentos heterodoxos, como el clavecín, el pianoforte o la mandolina, aún comunes por entonces, olvidados años más tarde hasta la entrada del siglo XX.

Jascha Heifetz (1901-1987) es el más reconocido violinista del siglo XX. Como celebrado niño prodigio, se afirmó de su talento:“todo lo que toca lo convierte en oro”. En el mismo sentido, el dramaturgo, escritor y crítico musical irlandés George Bernard Shaw, le recomendó en su momento esmerarse en tocar cada noche una nota falsa, para así recordar lo que significa equivocarse alguna vez en la vida. Grabaciones por centenas, le convierten en una superestrella de corte hollywoodense, en un músico excepcional pero, así mismo, lleno de frivolidad. Fue famoso por hacerse a exorbitantes honorarios, por su mansión y, en general, por un estilo de vida mucho más cercano al de un personaje de farándula que a lo que pudiera imaginarse es la vida de un músico clásico.

Szymon Goldberg (1909-1993) fue un importante violinista, con grabaciones de culto que al igual que su carrera no contaron con la difusión suficiente para generar un prestigio sin duda merecido. Célebre, además, por su dueto con la pianista Lili Kraus (1903-1983), fue recluido con ella en un campo de concentración japonés, tras ser capturados mientras se encontraban de gira por el continente asiático. Su condición de judío también determinó pocos años antes la interrupción de un descollante papel como concertino de la Orquesta filarmónica de Berlín, por haber sido expulsado de la Alemania nazi, durante aquella época dorada de la orquesta presidida por Wilhelm Furtwängler. Goldberg fue un violinista que por estas y otras circunstancias, sumadas a una difícil personalidad, nunca estuvo demasiado cerca al estrellato.

Considerado un prodigio del piano en el siglo XX, Dinu Lipatti (1917-1950) murió en la cumbre de su juventud por efecto de una devastador linfoma maligno. Este rumano que descollaba por igual en el repertorio de Schumann, Grieg o Chopin, como también en las obras de su época, particularmente de Bartók y Ravel, dejó un legado discográfico breve pero apreciado hasta la actualidad. Las grabaciones de Lipatti son joyas sin excepción. Esta publicación de 1943 incluye un repertorio elocuente sobre su versatilidad.

Dennis Brain, excepcional cornista británico, falleció a los 37 años de edad, en 1957, cuando se encontraba en el cenit de su carrera. Una brillante ilustración es este reconocido disco, que desde su grabación en 1953, nunca ha salido del mercado. Con 24 años de edad, luego de la Segunda guerra, Brain es convocado para conformar dos nuevas orquestas, la Royal Philarmonic Orchestra y la Philharmonia Orchestra, ambos proyectos ideados por Thomas Beecham y Walter Legge. Destacado empresario londinense, Legge (1906-1979) convocó, para el establecimiento británico, varios de los músicos alemanes que disminuyeron su actividad tras los desmanes de la confrontación bélica. Es así como en 1947 Herbert von Karajan (1908-1989), es nombrado director de la Philarmonia, periodo que consolida su prestigio internacional.

Se cuenta aquí con un disco de enorme influencia y grata recepción entre los cultores del género de la zarzuela, presentes por miles en uno y otro lado del Atlántico, y por cierto también en Colombia. El hecho de que en la fonoteca de RTVC existan actualmente por lo menos seis ejemplares de esta misma grabación de “Los Gavilanes” es, sin duda, indicativo de la enorme popularidad que tuvo tanto la obra como su edición en los años 1950 a cargo del empresario Fernando Montilla, persona crucial en la difusión del género. “Los Gavilanes” fue escrita en 1924 por el compositor Jacinto Guerrero (1895-1951) sobre textos de José Ramos Martín. Esta zarzuela nos sitúa en la realidad histórica de España en la primera mitad del siglo XIX, con conflictos internos que redundaron en la pérdida de sus colonias americanas, y al mismo tiempo una serie de aspectos propios de la cultura iberoamericana, en su cortejo y aspiración socioeconómica, presentes hasta hoy.