Publicado el Lun, 26/07/2021 - 09:24

Joe Arroyo: la banda sonora de Colombia

Archivo Señal Memoria de RTVC. Diseño gráfico: Karen López para Señal Memoria de RTVC

De cantar en los burdeles cartageneros a conectarse con su herencia africana en Senegal, la voz de Joe Arroyo no conoció fronteras. Con una combinación de géneros que hicieron de su música uno propio, no hay duda de que ha sido uno de los músicos más importantes de la historia del país. Su racha dominante entre los 80 y los 90 lo consagró como una superestrella, pero lo que lo inmortalizó fue cómo logró penetrar el inconsciente colectivo de Colombia para convertirse en parte de su banda sonora.

En la Cartagena de inicios de los años 60, las calles del barrio Nariño veían pasar a un niño que cantaba. Cargaba una lata con agua que debía llevar de vuelta a su casa, un hogar pobre como todos los del barrio. El niño cantaba y soñaba con ser cantante, deslumbrar desde grandes escenarios. Así pulía su talento desde temprano Álvaro José Arroyo, el legendario Joe Arroyo.

Nació en Cartagena el 1 de noviembre de 1955 y murió el 26 de julio de 2011, un día como hoy hace 10 años. No cabe duda: es uno de los músicos más importantes de la historia de Colombia. Entre la salsa, la música tropical afroantillana y su propio universo sonoro hizo bailar a los colombianos hasta que las piernas flaquearan. Y lo seguirá haciendo: su música es de esas que trasciende generaciones y gustos particulares y se vuelve parte del ADN colectivo nacional. Si ser colombiano fuera una película, las canciones de Joe Arroyo serían sí o sí parte de la banda sonora.

Joe Arroyo cantaría cientos veces por año a lo largo de varias décadas. Vio todo tipo de escenarios y ánimo a públicos variados. Y su primer público fue el de los burdeles de Cartagena cuando todavía era un niño. En la zona de tolerancia de Tesca, cerca del puerto, se presentaba ante marineros de todo el mundo que atracaban en la capital de Bolívar. Con el permiso reticente de su madre, empezó a foguearse hasta entrada la madrugada, y al otro día madrugaba al colegio, según le contó a Rolling Stone en una entrevista de 2004. Así también conoció la noche, la fiesta y la vida rápida.

De adolescente, abandonó el colegio y se fue para Barranquilla. Cantando allá fue reclutado por Fruko para que se sumara a su orquesta. Antes de ser mayor de edad ya se codeaba con la élite de la música tropical y había entrado al sello que dominó el género y la época: Discos Fuentes. Con Fruko y sus Tesos viajó a Nueva York, se dejó el afro y conoció a los más tesos del Olimpo salsero como Johnny Pacheco, Willie Colón y Roberto Roena.

Si su carrera hubiera acabado a inicios de los 80, como casi pasa cuando los médicos lo desahuciaron por problemas de su tiroides, ya su carrera habría sido notable. Pero solo estaba empezando. En 1981 decidió empezar como solista y fundó su orquesta, que para distinguirla por encima de rumores y falsedades la llamó La Verdad. Una vez cogió impulso, no hubo disco de Joe Arroyo que no arrasara. Entre Musa original (1986), Echao pa’lante (1987), Fuego en mi mente (1988), En acción (1989) y La guerra de los callados (1990), Arroyo estableció una racha ganadora absoluta y llena de hits que retumbaban en carros, discotecas y salas familiares.

De esa época habló en El Atardecer, de Radio Nacional, Juventino Ojito, que tocó con Joe Arroyo y lo vio liderar, componer e impresionar. 

 

Fecha de publicación original Lun, 26/07/2021 - 09:24