Paisaje sonoro: Sonidos cristalizados en un fuga | Señal Memoria

Las voces, acentos, pasos y emociones que se suceden en este viaje, así como el murmullo de la ciudad y sus alrededores y lejanías, componen la materia de esta grabación. De alguna manera, en ese murmullo están incluidos los sonidos del lugar en que usted se encontraba ese miércoles de junio en que subimos a esa buseta y prendimos la grabadora.  Esa mañana, en ese minuto, usted podía estar en Tunja, Sutatausa, Pasto, Barranquilla o Cúcuta; en Bangor, Valparaíso, Londrina, Pekín o Cádiz.  Los acentos de las voces recogidas en este breve viaje quizás le resulten exóticos, o familiares, a un colombiano que viva fuera de Bogotá, más aún, a habitantes de otros países, hablen o no español.

 

 

 

Si desde la tierra hemos lanzado mensajes al espacio sideral con la esperanza de que los reciba algún destinatario que, por lo pronto, no alcanzamos a imaginar; si cada cierto tiempo enterramos urnas con elementos emblemáticos de nuestra época, para que esa especie de extranjeros que serán nuestros descendientes los desentierren en un futuro que rebasa nuestro alcance, entonces también podemos imaginar que los sonidos de este viaje en buseta son una suerte de mensaje en una botella que enviamos a quienes están más allá de los linderos de Bogotá, un mensaje hecho con los sonidos de un momento singular de un sector particular, carrera 15 entre calles 100 y 127, de una ciudad específica.

 

Sonidos, expresiones, acentos, sensaciones, aprensiones que, en pocos años, quizás se habrán transformado en otros y que hemos cristalizado en esta grabación.