Publicado el Sáb, 10/09/2022 - 10:00

De navegantes a turistas

Archivo Señal Memoria de RTVC. Diseño gráfico: Karen López para Señal Memoria de RTVC

El aventurarse en busca de nuevos destinos ha sido un impulso humano propiciado por varias razones: reconocimiento de un territorio, búsqueda de alimentos, limitaciones económicas y, más recientemente, el placer de conocer otras culturas y pasar por experiencias diferentes a las del lugar de origen. Hoy en Señal Memoria llevaremos a cabo un recuento de cómo los humanos hemos pasado de surcar las misteriosas aguas mar adentro con total desconocimiento del destino final, a intentar emular esa experiencia con la certeza de aprovechar una gran oferta turística. 

El desplazarse de un lugar a otro con el fin de satisfacer las necesidades humanas, hizo parte de la cotidianidad previa al descubrimiento de la agricultura, aproximadamente hace 10.000 años. A partir de entonces el ser humano empezó a dejar atrás su tránsito de un lugar a otro en busca de alimento o refugio y logró establecerse aquí o allá. En ese momento comenzaron a florecer las grandes civilizaciones en las cuencas de ríos que pasan por tierras llamadas Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma... 

Desde el establecimiento de estas grandes civilizaciones, los principios expansionistas imperiales llevaron a que el desplazamiento buscase ciertos fines específicos, de carácter económico, político o territorial. No eran viajes de placer. Viajar era toda una odisea, como lo reflejó Homero en el siglo VIII, pues surcar los mares implicaba afrontar el peligro y la posibilidad de no regresar. Viajar era sumergirse en lo desconocido y los pocos que lograban volver contaban historias fantásticas de todo aquello que podía encontrarse más allá del mundo conocido.

Esta exploración, en el caso de Occidente, se enfocó en el gran mar Mediterráneo, lugar fundamental para el historiador Fernand Braudel, que explica en su obra cómo el Mediterráneo configuró una unidad de larga duración, constituyéndose en un ámbito fundamental para el intercambio económico entre Oriente y Occidente, principalmente de bienes como la seda y las especias, tremendamente importantes y codiciadas en los reinos de España, Gran Bretaña, Países Bajos, Francia y Portugal.

Esta búsqueda de rutas a Oriente llevó a que personajes como Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes se empeñasen a fondo en dar con la manera de llegar a la India, donde abundaban las especias que daban sabor a la entonces insípida comida: la cúrcuma, la canela, el clavo, el comino, el jengibre, la pimienta y el azafrán eran vitales en la mesa de los europeos. 

Así, los viajes se realizaban a la luz de esa necesidad. Y con ellos solía llegar la felicidad de encontrar tierra después de pasar meses sin verla, tal y como lo expresa el radioteatro 12 de octubre, que da cuenta de la travesía de Colón y sus tripulantes a América cuando aún creían que iban a la India.

Fecha de publicación original Sáb, 10/09/2022 - 10:00