Publicado el Dom, 29/01/2023 - 09:30

Leticia, puerto fluvial y cruce de caminos

Archivo Señal Memoria de RTVC. Diseño gráfico: Karen López para Señal Memoria de RTVC

La capital del departamento de Amazonas es el epicentro de una vasta región cuya riqueza medioambiental la convierten, no solo en una importante pieza del vasto mecanismo que regula el clima del planeta, sino también en un lugar cuya flora y fauna proveen una de las cocinas más exóticas que pueda imaginarse.


No deja de ser paradójico que Leticia, quizás la capital departamental más alejada del centro del país (es necesario volar cerca de dos horas para superar los 1.140 kilómetros que la separan de Bogotá), es al mismo tiempo un cruce de caminos. Allí convergen las fronteras de Colombia, Brasil y Perú, así como vías terrestres que se adentran en la selva compartida por nueve países y una arteria como pocas en el mundo: el río Amazonas. De hecho, Leticia, junto con Manaos, ubicada a 1.700 kilómetros en territorio brasilero, e Iquitos, en Perú (418 kilómetros), constituye uno de los vértices del triángulo geopolítico de la mayor importancia en la región.

Esta vasta geografía irrumpió en la historia cuando el español Francisco de Orellana descubrió el río Amazonas en 1542, en una de las expediciones más memorables de la Conquista de América, una hazaña que implicó luchar contras las mujeres guerreras o amazonas y que dejó en claro las altas calidades de capitán y expedicionario de su artífice. En algún momento, navegando aguas abajo el río, Orellana debió vislumbrar las riberas donde siglos después otro aventurero fundaría Leticia.

A lo largo de esos siglos la región estuvo a merced de las voluntades encontradas de potencias como España y Portugal, cuya rivalidad tejió una compleja trama en la que también estuvo involucrada, a través de sus misiones religiosas, la Iglesia católica, en un lento proceso que tardó en definir límites y soberanías. Los orígenes de Leticia se ajustan a esa realidad. Fundada por el capitán Benigno Bustamante como puerto fluvial peruano en 1867, Leticia pasó definitivamente a manos del Estado colombiano en la década de 1920, a raíz de la firma del tratado Lozano-Salomón entre Colombia y Perú. 

A partir de esas últimas décadas del siglo XIX, de una u otra manera Leticia ha sido el epicentro de una serie de bonanzas propias de las economías extractivas: la quina, el caucho, el pescado, las pieles, las maderas… En septiembre de 1932 la tentativa de un grupo de ciudadanos peruanos que quiso tomarse Leticia, auspiciados por el gobierno de Luis Miguel Sánchez Cerro, desató la única guerra internacional de Colombia en el siglo XX, un acontecimiento que obligó a nuestro país a volver los ojos a tan lejana ciudad, a tomar conciencia del desamparo de algunas fronteras, y a pensar y repensar el sentimiento de nacionalidad, todavía incipiente en ese entonces.

En el siguiente fragmento de El mundo al vuelo Héctor Mora no deja de mostrarse sorprendido en una Leticia que en 1990 y contrario al imaginario de la mayoría de colombianos, cuenta con cierta infraestructura, impensable para muchos en semejantes lejanías. 

 

Fecha de publicación original Dom, 29/01/2023 - 09:30