Publicado el Mié, 16/09/2020 - 11:47

Librerías y libreros en los documentos de Señal Memoria

Diseño: Paula Calderón para Señal Memoria de RTVC Sistema de Medios Públicos

A pesar de su reconocimiento como gentes del saber y mediadores en el comercio de las ideas, es poco lo que sabemos sobre los libreros y las librerías colombianas, sobre su historia, prácticas y problemáticas. La carencia de archivos propios a estos negocios ha impedido, ciertamente, reconstruir sus itinerarios, adentrarse a la evolución de su oferta o conocer sus estrategias comerciales o el ritmo de sus ventas. Los documentos de Señal Memoria permiten, sin embargo, aproximarse a algunos vectores de importancia en lo que tiene que ver con el lugar del librero y la librería en la vida cultural nacional. Conscientes de su papel como intermediarios culturales y del valor de sus negocios como espacios de sociabilidad, algunos libreros ganaron espacios en la radio y la televisión, legándonos contenidos que permiten documentar sus actividades y gustos, así como calibrar su reconocimiento y presencia mediática en la segunda mitad del siglo XX.

Como espacios de sociabilidad, encuentro y descubrimiento, que han acercado escritores y lectores de todo tipo, cambiado vidas y experiencias literarias, y servido como nodos de intercambio y transferencia cultural, las librerías se elevan como lugares principales de la historia cultural de cualquier ciudad o país. En Colombia, sin embargo, el conocimiento que se tiene sobre las librerías y sus responsables resulta mínimo en comparación con el alcanzado en otros países. No tenemos biografías de los más reputados libreros, y menos aún de aquellos no tan reconocidos. Las fechas de apertura y cierre de la mayoría de los negocios se nos escapa y tampoco sabemos, con mayor certeza, cómo se relacionaban con sus clientelas o qué estrategias implementaban para atraerlas y retenerlas. A estos vacíos puede sumarse la falta de estudios dedicados a las mutaciones de su oferta literaria, sus conexiones internacionales, o las relaciones que establecían con editores y distribuidores, o inclusive con los mismos escritores.

 

En Colombia, [...] el conocimiento que se tiene sobre                     las librerías y sus responsables resulta mínimo...

 

La ausencia casi general de archivos y fuentes directamente asociadas al trabajo de las librerías está en la base de estos vacíos. En efecto, las librerías que se establecieron en el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX han dejado pocos indicios documentales, por lo que la reconstrucción de sus itinerarios o la indagación sobre asuntos como los descritos impone serias dificultades a los investigadores. La situación no mejora para la segunda mitad del siglo XX, momento en el que la falta de archivos de los libreros también reluce, pero gracias a la aparición de nuevos medios como la radio y la televisión, así como a su capacidad de albergar programas de interés cultural, es posible hoy recobrar algunas voces e imágenes que permiten explorar el prestigio de ciertas librerías, e incluso reconstruir las trayectorias de algunos libreros que jugaron un papel activo en la vida cultural nacional. Los documentos de Señal Memoria conforman, en esta medida, un acervo de interés para volver la mirada hacia el comercio de librería en el país y reconocer su presencia mediática en el siglo XX.

 

[…] gracias a la aparición de nuevos medios como la radio y la televisión, […] es posible hoy recobrar algunas voces e imágenes que permiten explorar el prestigio de ciertas librerías, e incluso reconstruir las trayectorias de algunos libreros que jugaron un papel activo en la vida cultural nacional.

 

Entre los documentos sonoros y audiovisuales, destacan especialmente dos libreros: Karl Buchholz (1901-1992) y Hans Ungar (1916-2004). Dueños de las librerías Buchholz y Central, respectivamente, y ambos migrantes establecidos a mediados del siglo XX en Bogotá, estos dos libreros ocupan un lugar notorio en programas como Carta de Colombia, programa de televisión reproducido radialmente, o Ventana al libro, ambos transmitidos por la emisora HJCK, siendo también objeto de entrevistas o especiales en televisión que reconocían su aporte a la cultura literaria y artística local. La importancia de sus establecimientos queda evidenciada en muchos de estos materiales, los cuales destacan, por un lado, la naturaleza internacional de las librerías, visible en su capacidad de ofrecer a los lectores las últimas novedades editadas en las principales capitales del mundo, como París, Nueva York, Londres, o Berlín, y, por el otro, su engranaje con el medio artístico colombiano y latinoamericano, condición resultante de la integración a estas librerías de galerías de arte, dinámica que robusteció la reputación de sus libreros-galeristas como agentes del libro y la vida intelectual en el país.

La importancia de ambas librerías para la escena cultural y artística bogotana queda evidenciada en diversos materiales, entre ellos películas. Así, por ejemplo, el imponente edificio de la Librería Buchholz, ubicado sobre la avenida Jiménez, sirvió como punto de partida de la película experimental Chichigua de Pepe Sánchez, quien registró planos de la fachada de la librería, sus vitrinas y parte de su interior para una escena que, junto con afirmar la condición de faro cultural del establecimiento, le recuerda al espectador, a través de las miradas y juegos de un niño de la calle, el carácter excluyente de estos lugares para aquellos habitantes de la ciudad ajenos a la lectura y la escritura o imposibilitados de adquirir libros por causas económicas.

Escena del largometraje Chichigua en la que se aprecia la Librería Buchholz, ubicada sobre la Av. Jiménez

Universidad Nacional de Colombia (productor). Chichigua, apuntes para un largometraje. Archivo Señal Memoria.

Con un ángulo menos crítico, un registro de HJCK documenta el también lugar de la librería como puente casi natural entre tradiciones literarias e incluso entre industrias editoriales distintas. Este es el caso de la Exposición de libros franceses ocurrida en la Librería Central en 1962, evento que reunió a una parte de la intelectualidad local y tuvo por protagonistas al mismo Hans Ungar, al Embajador de Francia en Colombia y al poeta José Umaña Bernal, quien recitó en su inauguración el poema “Cuando yo digo Francia”.  

Abierta por el librero Hans Ungar, esta exposición reunió diversos títulos de la editorial Presses Universitaires de France (PUF).

Fecha de publicación original Mié, 16/09/2020 - 11:47